La Jornada, 03 de junio de 2008
La lista es larga y crece cada día. El último en ingresar a ella es Eduardo Medina-Mora Icaza, procurador general de la República. La nómina de funcionarios mexicanos que se niegan a aceptar las críticas de los organismos internacionales defensores de derechos humanos parece interminable.
El último informe de Amnistía Internacional (AI) denunció que en México “las violaciones de derechos humanos continuaron siendo generalizadas y, en algunos estados, sistemáticas”, y que la mayor parte de los responsables siguen eludiendo la justicia. Recomendó al gobierno de Felipe Calderón pedir perdón por sus fracasos en la defensa de las garantías individuales.
En lugar de reconocer las violaciones evidentes, el procurador respondió que el reporte es “aventurero” y las violaciones a las que se refiere la ONG no son una aproximación institucional, “sino conductas concretas de una persona”.
Medina Mora no está solo. Apenas en mayo de 2007, el ombudsman José Luis Soberanes ingresó en la lista al descalificar el duro informe de AI sobre México de ese año. “Creo –dijo sin el menor empacho– que es una opinión muy exagerada. En nuestro país sí tenemos problemas en materia de derechos humanos, pero no como para que se le califique de país indolente.”
Meses después, en agosto de 2007, la administración calderonista tuvo que volver a tragar sapos. En una visita a tierra mexicana, Irene Khan, secretaria general de AI, afirmó que “México aplica un doble rasero a los derechos humanos: los defiende ante la comunidad internacional, pero no garantiza su aplicación efectiva para todos los mexicanos”.
No hay novedad en este forcejeo entre políticos en el poder y Amnistía. Cuando esta organización ganó el Premio Nobel de la Paz, en 1977, el Ejecutivo (en aquel entonces José López Portillo) no había autorizado aún el registro de su filial mexicana.
El pleito, el ninguneo y la descalificación del gobierno mexicano hacia AI ha tenido momentos estelares. En febrero de 1997, en respuesta a las críticas que Amnistía hizo a su gobierno, Ernesto Zedillo declaró a la prensa: “algunos organismos no gubernamentales a nivel internacional esconden intereses mezquinos tras la defensa de los derechos humanos y se convierten en instrumentos de intervencionismo sofisticado en países del tercer mundo”...