La Jornada, 15 de mayo de 2001
El 15 de mayo es Día del Maestro. Año tras año, en las ceremonias oficiales que se realizan en los estados y el Distrito Federal, los funcionarios en turno dicen bellas palabras que enaltecen su función social y reconocen su apostolado. Un día después, los discursos se convierten en recuerdos y los profesores regresan a ser lo que son durante el resto del año: los profesionistas peor remunerados del país.
El 15 de mayo es, también, fecha en que se anuncia el incremento salarial para los trabajadores de la educación que laboran en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y los servicios educativos de los gobiernos de los estados. Allí se ve la enorme brecha que existe entre la realidad y las promesas que hacen los políticos en campaña electoral de destinar más recursos a la educación; y se demuestra también que de ser cierto eso de que "amistad que no se refleja en la nómina, no es amistad", entonces los maestros están muy lejos de ser cuates de los funcionarios públicos.
Pero el Día del Maestro es, además, desde hace 21 años, la fecha en que se da el banderazo de salida a las protestas de la disidencia magisterial agrupada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Año tras año, la historia se repite. La dirección nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se encierra con las autoridades de la SEP y acuerda un incremento de aumento al salario sin consultar con sus agremiados. Usualmente el aumento otorgado es tan bajo que provoca que la disidencia tome las calles, organice paros y se traslade a la ciudad de México. Los funcionarios gubernamentales declaran que sólo tratan con los representantes oficiales del sindicato, pero, tarde o temprano, las protestas alcanzan tal magnitud que se ven obligados a recibir e incluso a negociar con la CNTE. En varias ocasiones, sea en los estados o a nivel federal, el gobierno termina haciendo nuevas concesiones.
Nada indica que este año la situación será diferente. Peor aún: muy probablemente va a ser más complicada que en ocasiones anteriores. Hay un nuevo gobierno, de otro partido, inexperto en el trato con el SNTE. Ambos utilizarán la oportunidad para tomarse la medida mutuamente. El sindicato magisterial tiene, además, una nueva dirección, elegida de manera espuria y clandestina --de madrugada y en una ciudad distinta de donde comenzó--en un congreso en el
que se hizo a un lado a la disidencia. Su desprestigio en amplios sectores de trabajadores de la educación es grande.
La nueva dirigencia sindical responde a Elba Esther Gordillo. La cercanía de la lideresa con Vicente Fox los meses previos a su toma de posesión fue muy pobremente gratificada: apenas el ISSSTE para uno de sus hombres de confianza. Este 15 de mayo puede ser una excelente oportunidad para recordar que hay entre ambos una factura sin cobrar.
Este acercamiento fue motivo de preocupación y desconfianza dentro del priísmo nacional, que tiene en el magisterio una de sus principales clientelas políticas. Distintos jerarcas del tricolor hicieron sentir su intención de penalizar a la maestra si seguía coqueteando con el nuevo gobierno. Pueden hacerlo con relativa facilidad. La relación entre los gobernadores y los dirigentes institucionales del SNTE es tan estrecha que, colocados los sindicalistas en el dilema de tener que escoger entre el jefe del Ejecutivo estatal o la líder moral de su agrupación, no dudarían en apostar por su patrón. Para tener un mayor margen de maniobra política, la profesora Gordillo ha decidido formar una asociación política. La noticia no cayó muy bien dentro del partido. Más que nunca, la próxima negociación salarial está atravesada por las pujas y conflictos dentro del PRI...