Arturo Warman

La jornada, 15 de noviembre de 2005

En las primeras horas del 3 marzo de 1995 Carlos Salinas de Gortari comenzó una huelga de hambre entre comidas. Se dijo acosado por el gobierno de Ernesto Zedillo. Instalado en la casa de un beneficiario del programa Solidaridad en la ciudad de Monterrey, lanzó su ofensiva. Dentro del gabinete presidencial Arturo Warman buscó construir puentes entre los mandatarios.

Estrecho colaborador del político de Agualeguas, de quien fue ideólogo, efímero secretario de la Reforma Agraria con Zedillo, hombre de las confianzas del Banco Mundial, Arturo Warman se presentó en San Bernabé para entrevistarse con su antiguo jefe. "Su llegada me conmovió", escribe el ex presidente en su obra México: un paso difícil a la modernidad. "Nos dimos un abrazo emotivo. Dijo que estaba ahí como garante de que habría un trato respetuoso y la posibilidad de un diálogo."

Hasta su muerte, hace escasos dos años, Warman fue un brillante intelectual, además de ser, como muestra la anécdota, un funcionario gubernamental que tuvo la confianza delos presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Más aún, fue un diseñador de políticas públicas en materia rural, indígena y de combate a la pobreza, además de un ideólogo de los gobiernos a los que sirvió.

Resulta imposible separar su producción teórica de su papel como defensor del proyecto salinista. "Yo sirvo en el Poder Ejecutivo", afirmó sin ambigüedad (La Jornada, 6/8/94). Y el indudable rigor que mostró en la redacción de libros como Historia de un bastardo. Maíz y capitalismo, desapareció a la hora de justificar a los gobiernos de los que fue parte. En contra de cualquier evidencia empírica, escribió en La política social en México, 1989-1994: "La tendencia al crecimiento de la pobreza en términos absolutos y relativos fue quebrada y revertida. Estamos ganando la lucha a la pobreza".

Director del Instituto Nacional Indigenista, procurador agrario, presidente de la Comisión Nacional de Justicia para los Pueblos Indios de México, secretario de Agricultura y Ganadería y de la Reforma Agraria, desempeñó un papel clave tanto en la elaboración de la contrarreforma al artículo 27 constitucional, aprobada en 1992, como en la enmienda cosmética realizada al 4º constitucional para reconocer "derechos" a los pueblos indígenas. Ambas iniciativas tuvieron muy pobres resultados.

Para justificar la desamortización salinista de las tierras campesinas e indígenas, Warman no dudó en falsear la realidad. Según él "el reclamo de cambio profundo era general, abrumador, insoslayable. La propuesta surgida de esa consulta permanente fue organizada y sintetizada por el Poder Ejecutivo... Bajo el manto del llamado nuevo movimiento campesino y del Congreso Agrario Permanente, los campesinos y ejidatarios tuvieron un papel protagónico en esa consulta, fueron parte fundamental de la construcción de la propuesta" ("La reforma del artículo 27 constitucional", Perfil de La Jornada, 8/4/94). La verdad es que ese reclamo efectivamente existió, pero no fue enarbolado por los pequeños productores, sino por los grandes propietarios de tierra agrícola y ganadera, así como por quienes desde la administración pública querían preparar el terreno para emprender la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos...