La Jornada, 02 de diciembre de 2014
Roberto Zavala Trujillo es padre de Santiago Jesús, uno de los 49 niños que murieron en el incendio de la guardería ABC, en Hermosillo, Sonora. Apenas este 20 de noviembre, en el pleno de sesiones del Congreso de ese estado, junto a miles de manifestantes que ocuparon el edificio en solidaridad con Ayotzinapa, declaró: Desde Sonora, a más de 104 años, damos reinicio a la Revolución que no ha caminado.
El pasado 20 de noviembre, unos 5 mil estudiantes, mineros de Cananea, padres de la guardería ABC, afectados por la contaminación del río Sonora, ferrocarrileros, feministas, ecologistas y braceros marcharon por la calles de Hermosillo, tomaron la sede del Poder Legislativo local y advirtieron: Hoy sesiona el pueblo, hay quórum. Antes de entrar en el recinto, dejaron un recado a los diputados en el buzón de sugerencias: Escuchen a su pueblo, antes de que sea tarde para ustedes.
El corresponsal de La Jornada Ulises Gutiérrez narró cómo, allí mismo, J. Márquez, otro de los padres de la guardería ABC, dijo a los familiares de los normalistas desaparecidos: Compartimos su coraje, su frustración por lo que pasa en México. Para rematar la sesión, los inconformes exigieron que se fuera Peña, y votaron la destitución del Presidente, en medio de gritos de ¡justicia, justicia!
Lo sucedido en Sonora con la toma del Congreso de Sonora no es un hecho aislado. En variadas regiones del país, las movilizaciones ciudadanas exigen la renuncia de Enrique Peña Nieto y, al mismo tiempo, reivindican una creciente voluntad de convertirse en un poder constituyente alternativo.
Como muestran las protestas del 20 de noviembre y del 1º de diciembre, a pesar de su desarrollo desigual a escala nacional, el movimiento sigue en fase de ascenso y radicalización. Hoy, no son sólo estudiantes los que participan en las marchas. Cada vez más se incorporan a las jornadas de lucha otros sectores: sindicales, organizaciones campesinas, fuerzas urbano-populares, familiares de desaparecidos, religiosos, artistas y hasta niños. En estados como Chiapas, las movilizaciones magisteriales han sido muy intensas, y en Oaxaca han llegado incluso a tomar el aeropuerto.
Sin embargo, la indignación social y el descrédito gubernamental van mucho más allá de lo que se ve en las calles. El sustrato de la inconformidad popular es más amplio, vigoroso y complejo de lo que expresan las marchas. De hecho, el malestar de los de abajo ha fracturado la unidad de mando del gobierno federal y alcanzado a algunos de sus aliados tradicionales. El deterioro de la figura presidencial parece imparable. Cada día la crisis política se profundiza más...