La Jornada, 08 de junio de 2010
El pasado 2 de junio, las estudiantes de la Escuela Normal Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, se presentaron a las instalaciones del Instituto de Educación de Aguascalientes (IEA) para negociar un pliego petitorio. Como las autoridades se negaron a dar respuesta a sus demandas, ocuparon las oficinas educativas. Horas después, elementos de Seguridad Pública estatal los desalojaron con lujo de violencia y detuvieron a 23 jóvenes.
Misteriosamente, cuando la policía asaltó las instalaciones pedagógicas, los funcionarios de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que estaban allí desaparecieron.
Omar Williams, presidente de la comisión, se presentó en el IEA cuando los actos violentos contra los estudiantes ya se habían consumado. Las normalistas demandan que se publique a la brevedad la convocatoria para el examen de admisión de 120 alumnos, y que la calificación mínima requerida para ingresar al plantel sea de siete, en lugar de ocho. Ahora exigen, además, la libertad inmediata de 10 alumnas de Cañada Honda y 13 muchachos provenientes de las escuelas normales rurales de Tiripetío, Michoacán; San Marcos, Zacatecas, y Ayotzinapan, Guerrero. Se les acusa por los presuntos delitos de privación ilegal de la libertad, despojo y uso indebido de sus derechos.
A la Escuela Normal Rural Justo Sierra Méndez asisten poco más de 430 alumnas. Los orígenes de la escuela se remontan al estado de Chiapas. El 11 de marzo de 1938 se incendió la Escuela Regional del Soconusco. El diputado J. Isabel Durón, oriundo de Cañada Honda, solicitó, con éxito, que la escuela fuera trasladada al estado de Aguascalientes. Los primeros años funcionó como escuela elemental agrícola, adquiriendo su nivel de escuela regional campesina hasta el 1º de febrero de 1941.
La normal rural se estableció en la ex hacienda José María Morelos. Las alumnas son, en la mayoría de los casos, hijas de campesinos con pocos recursos. Provienen de municipios de Aguascalientes, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco y Guerrero. Tienen grandes carencias materiales. Varias de ellas sufren de anemia. Aquí llegan las muchachas bien flaquitas, le dijo Hermelinda Hernández, la cocinera de la normal, a Érica Zamora. “A veces –cuenta– se quedan con hambre porque no alcanzamos a preparar todos los alimentos necesarios, y no pueden servirse una segunda ración”. La escuela es una de las pocas opciones de movilidad social de que disponen...