La jornada, 04 de febrero de 2003
Fiel a la máxima que recomienda abrir la boca para proteger la cartera, don Rogelio Charteris Reyes decidió defender el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) y sin ambages declaró que el acuerdo comercial "ha sido bueno".
Don Rogelio Charteris Reyes es director general de Cargill México, filial de la más grande empresa comercializadora de granos en el mundo, que el pasado primero de enero sufrió el bloqueo simbólico de una de sus plantas mexicanas por parte de un grupo de campesinos que protestaban contra el libre comercio. Según él, el tratado "ha sido bueno", pero renegociarlo "abrirá una caja de Pandora" y sentará un precedente negativo para futuras negociaciones comerciales.
Guillaume Bastiaens, presidente del sector alimentario de la matriz de esa compañía, coincide con su colega. Está convencido de que sus proyectos en México "son un ejemplo excelente de cómo Cargill puede ayudar, por medio del TLC, a incrementar las oportunidades de exportación de los granos y oleaginosas estadunidenses."
Y es que, aunque el TLC haya sido malo para el campo y la mayoría de los campesinos mexicanos, Cargill tiene buenas razones para defenderlo: si en 1992 tuvo ganancias netas de 350 millones de dólares, en 1999 se incrementaron a 597 millones, en buena medida gracias al acuerdo comercial con México y Canadá.
Parte de esas utilidades provienen de las adquisiciones mexicanas de maíz y carne provenientes de nuestro vecino del norte. Nuestro país tiene el dudoso orgullo de ser en el mundo el tercer introductor en sus fronteras del descendiente del teocintle, y el segundo destino de las exportaciones del Tío Sam. Tan sólo entre 1998 y 2000 se importaron anualmente en promedio más de 5 millones de toneladas del grano, parte de los cuales fueron surtidas por Cargill, que, según la revista Forbes, controla la cuarta parte de las exportaciones de granos de Estados Unidos. Lo mismo sucede con el sector bovino: entre 1996 y el 2000 el déficit en su balanza comercial ascendió en promedio a 589 millones de dólares anuales. Curiosamente, Excel, subsidiaria de este gigante, controla por sí sola 22 por ciento dela industria de empacado de carne en Estados Unidos.
Cargill comenzó a tener presencia en México en la década de los años 20, cuando incursionó en operaciones forestales en el noreste, pero los ecos de la Revolución inhibieron su desarrollo. Fue dos décadas después cuando recuperó sus actividades en nuestro país, ahora en el área agrícola. En 1972 inauguró su primera oficina en territorio nacional con seis empleados. El TLC primero, y la desaparición de Conasupo en 1998 abrieron enormes huecos en el mercado nacional de granos que han sido ocupados por la trasnacional. A fines de 2000 sus inversiones contabilizaban 184 millones de dólares...