La Jornada, 01 de marzo de 2016
El doctor Carlos Beristain ejerce múltiples oficios inusuales, relacionados todos con el dolor nacido del abuso y la injusticia. Él es, al mismo tiempo, terapeuta de tragedias colectivas, escriba riguroso de memoriales de agravios, mediador en procesos de paz, defensor de derechos humanos, acompañante de víctimas de la violencia y la tortura, espantamiedos, sanador de heridas de guerra no cicatrizadas y especialista en salud mental.
En un mundo sacudido por interminables y desgarradoras guerras y conflictos violentos, sus servicios profesionales han sido requeridos en multitud de países y regiones de África, Europa y América Latina. La lista es larga: Guatemala, Perú, Paraguay, Colombia, El Salvador, Ecuador, Brasil, Venezuela, Chile, Argentina, País Vasco, los Balcanes, Argelia, el Sahara Occidental y, por supuesto, México.
Carlos Beristain forma parte del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que aportará asistencia técnica a la indagatoria sobre la desaparición forzada de 43 estudiantes en Ayotzinapa y dará recomendaciones al Estado mexicano en materia de desaparición forzada.
El doctor Beristain es gran conocedor de la problemática de los derechos humanos México. Mucho antes de involucrarse en el esclarecimiento del caso de Iguala, participó en talleres con familiares víctimas de desapariciones forzadas, fue juez en la sección mexicana del Tribunal Permanente de los Pueblos, y estudió a profundidad el caso de la masacre de Acteal.
Con ese saber advirtió, desde mayo de 2012, más de dos años y cuatro meses antes del ataque a los normalistas de Ayotzinapa, que “para atender cabalmente a las víctimas de la violencia en el país es fundamental que las instituciones reconozcan –en primer término– que existe un problema de inseguridad que no se puede atribuir sólo al crimen organizado y dejen de cuestionar el origen o las actividades de quienes han padecido un delito”. Por supuesto, nadie en el gobierno quiso escucharlo.
Como sucedió en las últimas semanas a dos integrantes del GIEI (Ángela Buitrago y Claudia Paz y Paz) y al mismo grupo de expertos, Carlos Beristain es ahora víctima de una campaña de estigmatización. A él y al obispo Raúl Vera lo acusan de haber llevado al papa Francisco un informe sobre los 43, antes de su llegada a México. También, de ser un experto en fraudes, responsable de un cuestionado estudio sobre evaluación de impacto en la salud de habitantes de la franja amazónica en Ecuador, que sirvió de soporte en una demanda judicial contra la petrolera multinacional y ecocida Texaco...