Carlos Slim y su biografía política

La Jornada, 24 de noviembre de 2015

En las contiendas electorales la inmensa mayoría de los candidatos usualmente preguntan: ¿qué hacemos con los pobres? La otra campaña zapatista de 2005 y 2006 puso de cabeza esta lógica y cuestionó: ¿qué hacemos con los ricos? Cronista privilegiado de ese periplo, Diego Enrique Osorno comenzó a preguntarse a partir de entonces cómo hacer un periodismo que cuente también la realidad del México de arriba. Su último libro, Slim: biografía política del mexicano más rico del mundo, es el producto de esta apuesta.

Como obrero de la información, Diego Osorno ha narrado episodios claves en la historia de la resistencias recientes del México de abajo. En los últimos años reporteó el recorrido zapatista por todo el país, viajó a los Loxichas para documentar el memorial de agravios sufridos por los pueblos zapotecos de la región, relató el levantamiento popular magisterial del 2006 en Oaxaca, se sumergió en la resistencia de los mineros michoacanos y acompañó a la Caravana por la paz de Javier Sicilia para escribir en tiempo real un testimonio de la valentía.

En eso estaba hasta que un día se desayunó con la noticia de que, según la lista elaborada por la revista Forbes, Carlos Slim se había convertido en el hombre más rico del mundo. Una ola de indignación lo sacudió. ¿Cómo era posible que en un país con más de 50 millones de pobres una persona amasara una fortuna de esa magnitud?, se preguntó. Y, convencido de que el tamaño de esa desigualdad es una afrenta, decidió averiguar su origen.

Consciente de que no podía escribir esa historia libro desde la indignación, emprendió con paciencia la tarea de acopiar información, hacer entrevistas con personajes claves –Carlos Slim incluido–, litigar para tener acceso a archivos y adentrarse en los laberintos que conectan el mundo de la política y las finanzas en México.

La estrella polar que guió esa travesía fue la de desentrañar el contexto político detrás de la fortuna del potentado. Encontrar las tramas de falta de regulación y transparencia estatal que la hicieron posible, así como las redes de corrupción que envuelven y lubrican el mundo de los negocios hechos al amparo de la privatización de las grandes empresas públicas.

La tarea no fue fácil. Las fuentes disponibles para investigar son escasas y sesgadas. Los ricos mexicanos huyen, como si fuera la peste, del escrutinio público. Sobre sus vidas personales y sus relaciones con el poder han levantado fosos tan grandes como los que han construido para resguardar sus mansiones. Lo que se sabe de su existencia está elaborado sobre la base de crónicas de sociales y reportajes en las revistas del corazón que ellos mismos pagan, y de columnas en la sección de finanzas de diarios y revistas. Su presencia mediática genera la ilusión de que todo mundo los conoce aunque nadie sepa realmente a ciencia cierta quiénes son...