La Jornada, 13 de julio de 2021
El exitoso empresario guerrerense Antonio Laredo Donjuán y su esposa Mercedes Barrios Hernández se fueron a vivir en 2013 al modesto municipio de Pueblo Nuevo Solistahuacán. Venían de Cuernavaca. Adquirieron una enorme residencia, pusieron prósperos negocios y amistaron con políticos y policías estatales.
Solistahuacán significa en lengua náhuatl: lugar de los que tienen armas de pedernal. Está enclavado en las montañas del norte de Chiapas. Sus terrenos son accidentados. Se venera al Señor de Esquipulas y abundan feligreses de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Habitan allí unas 30 mil personas, casi la mitad indígenas. Más de 50 por ciento de los pobladores viven en pobreza extrema.
A pesar de ello, don Toño y doña Meche pusieron un negocio de coches de lujo y adquirieron múltiples ranchos, sin reparar en su precio. Él se hizo buen amigo de los alcaldes de la región. Financió campañas electorales en los municipios de Rayón, Tapilula, Jitotol, Solusuchiapa, Juárez, Pueblo Nuevo, Rincón Chamula, a cambio de que le dejaran nombrar a los mandos policiacos. Políticos y responsables de la seguridad pública, municipales y estatales, se daban una vuelta por su hogar para “saludarlo” (https://bit.ly/3equCYL).
Pero, cinco años después de establecidos en ese rincón de Chiapas, fueron apresados. Desde 2008 los buscaba la Interpol. La solicitud vino de Estados Unidos. La Oficina de Control de Activos (OFAC) del Departamento del Tesoro del país vecino designó a los Laredo como integrantes del crimen organizado, dedicados a la producción y distribución de heroína desde México hacia el país vecino. La introducían en baterías y parachoques de vehículos, así como en latas de frutas y verduras, y la trasladaban a Filadelfia, Chicago, Nueva York, Candem y Nueva Jersey. Antonio, según los estadunidenses, era el principal coordinador del grupo. Su esposa Mercedes fue acusada de hacer llegar a México el dinero de las ganancias de las ventas.
Entre 2013 y 2018 el matrimonio Laredo Barrios operó impunemente, desde un humilde municipio chiapaneco, una poderosa red de narcotráfico. Su riqueza y poder eran inexplicables a los ojos de todo mundo. Pero eso no importaba. Florecieron al amparo de una vasta red de impunidad y protección, y de operadores que expoliaban y sometían a las comunidades indígenas de la región. Fueron detenidos por petición estadunidense, que solicitó su extradición (https://bit.ly/3hA398W).
Uno de los grandes amigos de don Toño era el alcalde de Pueblo Nuevo Solistahuacán cuando la pareja llegó a vivir al municipio: el entonces perredista (y hoy miembro del Partido Encuentro Solidario) Enoc Díaz Pérez...