La jornada, 13 de abril de 2004
En Chiapas no sucede nada, afirma el secretario de Gobierno de Chiapas, Rubén Velázquez López. Según él, la agresión armada premeditada de una marcha pacífica de 4 mil bases de apoyo zapatistas a manos de un grupo del PRD y la policía municipal de Zinacantán es una "gresca" habitual, apenas un problema menor por acceso al agua.
El problema, de acuerdo con el secretario de Gobierno, es "de usos y costumbres entre las autoridades municipales y el grupo de simpatizantes zapatistas, que reclaman autonomía". El que 29 rebeldes estén heridos, tres muy graves con lesiones en el cráneo y tórax perforado, más de 100 personas se encuentren desplazadas y una multitud de policías ocupen el municipio le parece al funcionario una situación de "completa tranquilidad" que corresponde a su "dinámica habitual".
Curiosa versión oficial de los hechos que reproduce el estereotipo del indio como salvaje, los usos y costumbres como fuente inagotable de pleitos y la disputa por recursos naturales como veta de conflictos intercomunitarios. Conveniente explicación gubernamental que evade cualquier responsabilidad en el asunto y que recuerda la ofrecida por la Procuraduría General de la República en el caso de la matanza de Acteal.
Sin duda se trata de una versión muy conveniente para un funcionario que, como Rubén Velázquez Gómez, proviene de las entrañas de los más duros grupos de poder en Chiapas. Originalmente secretario de Desarrollo Rural de la administración de Pablo Salazar, se destacó por servir sin mediaciones a los intereses de la atrasada burguesía agraria chiapaneca y a los finqueros. Manoteando en la mesa advirtió, ya como secretario de Gobierno, que las invasiones de tierra no serían toleradas en una entidad llena de conflictos agrarios sin resolver.
Una historia muy adecuada también para un secretario que mantiene estrechos vínculos con la facción que en Zinacantán tiene el control de la alcaldía, en víspera de las elecciones municipales y en plena sucesión por la gubernatura. Ciertamente, en el municipio hay una larga tradición de conflictos. En el pasado uno de los grupos en pugna tomó prestadas las siglas del PAN para hacer política. Con la llegada de Salazar a la gubernatura de la entidad, varios de sus integrantes alquilaron la franquicia del PRD y ganaron las últimas elecciones locales. El triunfo no fue terso. El nuevo presidente municipal rechazó aceptar que tres regidores municipales plurinominales del PRI tomaran posesión de su cargo. Secretario de Gobierno y nuevos perredistas desarrollaron así una estrecha relación...