La Jornada, 27 de abril de 2021
La historia de la colonización del Nuevo Mundo y de la expansión capitalista sigue la ruta del Atlántico. A través del océano llegaron a América los primeros colonizadores y religiosos, acompañados de sus armas y su fe. Inseparables, la cruz y la espada surcaron los mares, seguidas de esclavos y mercaderías. Transportadas por vientos y corrientes marítimas, las naves retornaban a Europa cargadas con los frutos del saqueo y la expoliación.
Este 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, Chan Santa Cruz, el nombre que se dio al santuario y gobierno maya autónomo que durante medio siglo mantuvieron vivos los indígenas rebeldes, se invertirán los papeles. En esa fecha, también a través del Atlán-tico, el barco zapatista La Montaña, zarpará de Isla Mujeres rumbo al puerto de Vigo, en España, para encontrarse con sus camaradas y con una multifacética serie de figuras y movimientos sociales. La antigua ruta de la Conquista será la vía para que la expedición emancipatoria bautizada por el EZLN como “Travesía por la Vida”, arribe a Europa.
Se reeditará así, ahora en sentido contrario, el apasionante encuentro entre insumisos, proscritos y protagonistas de las revueltas populares anticapitalistas de los dos continentes, narrado por Peter Linebaugh y Marcus Redinker, en su maravilloso libro La Hidra de la Revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico. Los marineros –escriben Linebaugh y Redinker– traían a Europa relatos que hablaban sobre las sociedades alternativas de América. En el camino “enlazaron el comunismo primitivo del Nuevo Mundo con el comunismo plebeyo del Viejo Mundo”.
El alcance de la iniciativa sólo puede comprenderse a plenitud si se deja de lado la mistificación de suponer que todo se resuelve en el Estado y por el Estado. Las luchas actuales, tomadas en su mundialidad, en lugar de aceptar la homogeneidad del Estado, del capitalismo, de la técnica, conducen a diferencias. La nostalgia por la Cortina de Nopal nada tiene que ver con la izquierda. Las luchas emancipadoras han sido siempre internacionalistas.
Ciertamente –como señalaba el historiador social inglés Edward P. Thompson– intentar influir el curso de la historia por medio de movimientos desde abajo es una tarea desagradecida y terriblemente larga. Pero, a la larga, es uno de los pocos lugares honorables para estar.
En su etapa europea, la delegación marítima del EZLN, a la que se sumarán otros delegados que llegarán por vía aérea, visitará más de 30 países. Y se encontrará allí con miles de activistas que, desde 1994, han visitado y vivido por temporadas en las comunidades autónomas zapatistas. Van a ver a sus viejos conocidos altermunistas, que hoy (como ayer), son incansables luchadores contra el fascismo, generosos organizadores de migrantes, constructores vitales de nuevas formas de convivencia urbana, aguerridos sindicalistas en un mundo laboral precarizado, aguerridos derrumbadores de estatuas de tratantes de esclavos y colonialistas (https://bit.ly/2PluaBF)...