La Jornada, 25 de agosto de 2015
La caricatura –señaló el crítico de arte británico de origen austriaco Ernst Gombrich– tiene la capacidad de hacer tangible el pensamiento abstracto. Ejemplo que confirma la regla, un reciente cartón de José Hernández resume en unas cuantas líneas la gravedad de la situación económica y política del país, en la que se mezcla la problemática de la devaluación del peso con la última ofensiva contra Andrés Manuel López Obrador y su supuesto populismo, y las ejecuciones extrajudiciales por parte del Ejército.
En la viñeta del monero Hernández, el presidente Enrique Peña Nieto advierte: Con el populismo, el peso se devalúa muchísimo, al tiempo que, a su lado, el general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa, puntualiza: Nosotros sólo lo abatimos (http://goo.gl/FsxfDv).
El cartón sintetiza magistralmente tres elementos centrales de nuestra coyuntura actual. Primero, el imparable declive de la paridad del peso frente al dólar, que lo ha llevado a una tasa de cambio por arriba de 17 pesos y a una depreciación que, de acuerdo con la revista británica The Economist, alcanza 36 por ciento en los últimos 12 meses, aunque, según el Banco de México (BdeM), es de tan sólo 23 por ciento. Segundo, la difusión de algunas encuestas en las que se documenta que Andrés Manuel López Obrador va arriba en las intenciones de voto de los comicios de 2018. Para frenar desde ahora esta tendencia, se ha lanzado una ofensiva en su contra acusándolo de populista. Y, finalmente, de la difusión realizada por el Centro Pro de Derechos Humanos de un documento de la Secretaría de la Defensa en el que se le da la orden al batallón involucrado en los hechos de Tlatlaya –en los que 22 civiles murieron a manos de elementos del Ejército– de ‘‘abatir delincuentes’’.
No hay exageración en el dibujo de José Hernández. Un periódico tan poco sospechoso de populismo como el Financial Times escribió que México se ha unido al grupo de economías emergentes de alto riesgo, debido a un conjunto de factores, entre los que se encuentran: el elevado monto de la deuda corporativa denominada en dólares, el riesgo de una salida masiva de capitales en cuanto la Reserva Federal de Estados Unidos incremente la tasa de referencia en septiembre próximo, y una caída en picada del peso que no ha podido ser frenada, a pesar de la subasta millonaria de dólares, que ha provocado, de paso, una disminución sostenida de las reservas internacionales del país.
Aunque el cartón no lo señala, no es sólo el peso el que fue abatido: toda la economía lo está. El B de M acaba de anunciar la baja en la expectativa de crecimiento a un nivel promedio de 2.1 por ciento. Siguiendo un guión trazado desde Los Pinos, el subsecretario de Hacienda Fernando Aportela declaró que la cifra no era mala porque a otros países en América Latina les había ido peor...