El asalto del poder en el PRI

La Jornada, 12 de diciembre de 2017

En los comicios del pasado 4 de junio en el estado de México, Aurelio Nuño operó en Cuautitlán Izcalli la campaña priísta en favor de Alfredo del Mazo. No tuvo mucho éxito. Su partido perdió allí las elecciones para gobernador. En la parte del distrito 26 de ese municipio, 3 mil 672 personas votaron por la candidata de Morena, Delfina Gómez, y tan sólo mil 989 personas lo hicieron por Alfredo del Mazo. En todo el distrito 26, 38.93 por ciento votó por Delfina y apenas 27.24 por ciento por Del Mazo.

Pero el descalabro en la operación política en el estado de México del entonces secretario de Educación Pública no importó a la hora de nombrarlo coordinador de la campaña electoral de José Antonio Meade. Como tampoco debió parecer relevante que, a tres meses del sismo del pasado 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas que destruyó cientos de escuelas, decenas de miles de niños sigan sin clases porque no se han reconstruido sus aulas.

Y ahora, en un sorprendente cambio de piel, un flamante coordinador de una campaña electoral como Nuño, que nunca ha ocupado un puesto de representación popular, conocido además por su proverbial autoritarismo, se ha transformado en una figura inclusiva y dialogante, que ofrece debatir y argumentar abiertamente las propuestas de su candidato a la Presidencia en todos los espacios.

Curiosa ironía, como secretario de Educación, el sargento Nuño –como fue bautizado por los maestros democráticos– se caracterizó por su cerrazón e intransigencia hacia los maestros disidentes. Su obcecación y falta de oficio político por imponer a como diera lugar la reforma educativa convirtieron un asunto educativo en un conflicto de seguridad nacional; hicieron de un problema que debió resolverse mediante la negociación en una movilización que, en algunos lugares del país, se transformó en algo muy cercano en una revuelta popular; desgastó inútilmente las instituciones del Estado mexicano.

El saldo de su vocación por el uso de la fuerza pública en lugar de la negociación resultó trágico: distintas policías asesinaron a ocho pobladores de Nochixtlán; al maestro David Gemayel Ruiz, en Chiapas; al profesor Claudio Castillo, en Oaxaca, y al estudiante de la Universidad Pedagógica en Tlapa Antonio Vivar Díaz, y detuvieran a decenas de dirigentes sindicales democráticos.

Pero el nombramiento de Aurelio Nuño como coordinador de la campaña electoral de José Antonio Meade no es un hecho aislado. Como muestran los casos del mismo candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la designación de Enrique Ochoa como dirigente nacional de ese partido o el enorme poder fáctico del canciller Luis Videgaray son síntomas de un fenómeno de mucho mayor trascendencia: la conquista del PRI por parte de la tecnoburocracia neoliberal, formada principal, aunque no exclusivamente, en el Itam y en universidades como Yale...