El éxodo centroamericano y la conspiracionitis

La Jornada, 13 de noviembre de 2018 

En lugar de tratar de entender en toda su complejidad los factores que detonaron el ciclo de caravanas de migrantes centroamericanos que comenzaron el pasado 12 de octubre en San Pedro Sula, Honduras, algunos analistas y figuras políticas las han explicado como producto de conspiraciones. Se trata, aseguran, de un éxodo provocado intencionalmente para impactar en la coyuntura política estadunidense.

Según unos, estamos ante una maniobra del gobierno de Donald Trump para engrosar la votación de los candidatos del Partido Republicano, de cara a las elecciones en Estados Unidos del pasado 6 de noviembre, engordando la histeria antimigrante. De acuerdo con otros, es una manipulación del multimillonario especulador financiero húngaro George Soros para apoyar a los demócratas estadunidenses. Y, a decir del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, fue promovida por grupos izquierdistas de Honduras financiados por Venezuela y enviados al norte para desafiar nuestra soberanía y nuestra frontera.

Aunque las tres denuncias son diametralmente opuestas entre sí, coinciden en un hecho: ninguna le reconoce a los migrantes la capacidad de decidir por sí mismos el ejercicio de su derecho de fuga, de organizarse y fijar sus objetivos. Todas comparten como elemento central de su explicación, que se trata no de un acto soberano de ciudadanos centroamericanos ante una situación extrema, sino de una conspiración política.

Curiosamente, ninguna de ellas proporciona una sola evidencia de peso que demuestre sus aseveraciones. Las tres son resultado de especulaciones, inferencias sin sustento o abiertas mentiras. Por el contrario, las documentadas crónicas y reportajes de periodistas serios de diversos medios de comunicación y nacionalidades como Blanche Petrich, Alberto Pradilla, Maya Averbuch, Mónica Campos, Nina Lakhani, Jeff Ernst, Sarah Kinosian y Javier García demuestran que las caravanas son obra genuina de hombres, mujeres y niños que huyen del terror, la miseria y la falta de perspectivas, buscando el sueño americano.

Entre quienes formulan interpretaciones conspiracionistas sobre el éxodo hay lo mismo mandatarios que periodistas o defensores de derechos humanos. Unos hacen estas declaraciones para obtener ganancia política de la tragedia. Otros las lanzan al aire del prejuicio, la desinformación y la pereza intelectual. Algunos más parecen desconcertados ante un novedoso acto político de enormes dimensiones ola pérdida de protagonismo.

Varias opiniones resultan sorprendentes. Por ejemplo, las del sacerdote Alejandro Solalinde, que ha dedicado buena parte de su vida a la defensa de los migrantes centroamericanos. El pasado 23 de octubre, en el momento más álgido de la primera caravana, el religioso divulgó dos tuits que parecen obra de sus enemigos. En el primero afirma: “Todo parece indicar que el éxodo migratorio hondureño, habría sido provocado por la inteligencia estadunidense, a través de técnicas de rumorología, con objetivos electoreros, y así culpar a demócratas, México, y aparecer Trump como el salvador de esta ‘invasión’. Qué ingenio!”...