El grito de la resistencia y desobediencia magisterial

La Jornada, 17 de septiembre de 2013

El maestro pregunta por el altavoz: ¿capital de Veracruz? Sus compañeros le responden voz en cuello: ¡Boca del Río! Vuelve a interrogarlos: ¿capital de Guerrero? Jocosos, le contestan: ¡Acapulco! Nuevamente los inquiere: ¿capital de Oaxaca? Los mentores exclaman: ¡Huatulco! Enérgicos, corean: ¡Urgente! ¡Urgente! ¡Evaluar al Presidente!

La consigna magisterial echa limón en la herida de los continuos yerros de Enrique Peña Nieto. Apenas el pasado 3 de abril, durante el Foro Nacional de Educación, el jefe del Ejecutivo afirmó que Boca del Río es la capital del estado de Veracruz. Un par de meses más tarde, volvió a equivocarse, y afirmó que Tijuana es un estado.

El eslogan, repetido una y mil veces estos días en calles y plazas, resume, por mucho, el sentir de los maestros: son víctimas de una doble moral. Mientras los recurrentes gazapos del Presidente de República son tratados con indulgencia, a ellos se les humilla públicamente, se les responsabiliza de la situación educativa del país, se les despoja de conquistas laborales básicas y se les quiere sujetar a una evaluación punitiva.

Ese sentir ante una reforma educativa lesiva a ellos, pero también a la enseñanza pública, se extiende por todo México como epidemia. En todos los estados han brotado protestas magisteriales. Aunque en unos casos son masivas y en otros no son aún mayoría, no hay una sola entidad federativa en la que no hayan realizado marchas y plantones, suspendido labores, y ocupado edificios públicos, puentes fronterizos y vialidades. La cartografía de este malestar desborda, por mucho, lo que los medios de comunicación quieren o alcanzan a registrar.

Los maestros saben por qué luchan. Afirmar que desconocen los alcances de la reforma que rechazan o que están en las calles porque fueron engañados es una canallada y una bajeza. Como dice un profesor de Los Mochis, Sinaloa: ¿Cómo no vamos a darnos cuenta de lo que quieren con esas leyes, si estamos viendo el cazo con el aceite hirviendo en el que nos van a cocinar?

Muchos mentores están convencidos de que se encuentran frente una situación límite que los obliga a protestar. Una maestra de la ciudad de México lo explica a sus compañeros, que aún temen suspender labores ante el temor de que no les paguen completa sus quincenas, diciéndoles: Es cierto, nos van a descontar porque tenemos un empleo, pero más nos vale hacerlo porque mañana no vamos a tener un empleo del que nos descuenten...