El legado de Samir Flores

La Jornada, 25 de febrero de 2020

Desafiante, el busto de Samir Flores mira a Palacio Nacional. Esculpido en grafito y resina, montado en una base de concreto, fue colocado sorpresivamente en el Zócalo capitalino, en una jardinera cerca de la calle Madero, al lado de la escultura de Cuauhtémoc.

La escultura de Samir fue puesta allí el pasado 21 de febrero, al terminar una manifestación de más de 7 mil indígenas, grandes contingentes del Movimiento Urbano Popular, campesinos y jóvenes, convocada para recordar el primer aniversario de su asesinato a manos de pistoleros. Le señala “a las autoridades del Estado mexicano su obligación de proteger y garantizar las condiciones de defensa y seguridad de las personas que ejercen la defensa de los derechos humanos”.

La imagen del indígena nahua morelense en el Zócalo contrasta con la escultura de un caballo rampante, de 3.20 metros de altura, elaborada con microesfera, que el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, le obsequió al general Juan Antonio Bernal, comandante de la séptima región militar, el pasado 19 de febrero. Símbolo de la austeridad republicana que ejerce, el regalo que fue acompañado de una escultura de jade, es copia de un corcel que perteneció al militar.

Con la instalación del busto del campesino, herrero y comunicador popular de Amilcingo, defensor del territorio, opositor a la instalación de la Termoeléctrica de Huexca y al Proyecto Integral Morelos (Daliri Oropeza, https://bit.ly/3c1ObUi), suman ya siete los antimonumentos erigidos en la Ciudad de México, sin permiso de autoridad alguna, en su mayoría a lo largo del emblemático Paseo de la Reforma. En ellos se cuenta la otra historia del país: la de las grandes tragedias favorecidas por los abusos del poder y la resistencia popular. Son una llamada de atención que no pretende “perpetuar el momento sino impulsar la percepción de que no es un hecho inamovible”.

El +43 es una escultura roja de tres metros y 800 kilos, colocada en el cruce de Reforma y Bucareli, que rinde homenaje a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Un enorme lego tridimensional con pintura acrílica color pastel con el número 49 y las letras ABC, de una tonelada de peso, levantado frente a las oficinas centrales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), rememora a los 49 niñas y niños fallecidos en el incendio de la guardería ABC, en Hermosillo, Sonora.

De cara a la Bolsa Mexicana de Valores, se yerguen tres módulos de cuatro metros y medio de alto, con un 6, un 5 y un signo de más, con los nombres de los 65 mineros que quedaron enterrados en el derrumbe de la mina de Pasta de Conchos. También en el Zócalo, como el busto de Samir Flores, pero en la jardinera ubicada entre la Plaza de la Constitución y Madero, se levantó una figura rojinegra de tres metros de altura con la insignia del Comité 68. No muy lejos, en avenida Juárez, frente a Bellas Artes, se colocó el símbolo del espejo de Afrodita con el puño en alto, para denunciar la violencia feminicida que azota al país (Gloria Muñoz, https://bit.ly/2HLDCqy)...