La jornada, 03 de diciembre de 2002
Catorce organizaciones campesinas han convocado a las Jornadas Nacionales de Movilización y Lucha, que se realizarán el 3 y 10 de diciembre de este año y el primero de enero del próximo en la Cámara de Diputados y la secretaría de Estado para demandar mayor presupuesto al agro y protestar en contra de la liberación comercial. Razones no les faltan.
Pocos países se han abierto al libre comercio con tanta rapidez y tan poca gradualidad como México. En pocos años pasó de tener una economía cerrada y protegida a una de las más abiertas del mundo. El proceso comenzó en 1986 con nuestra incorporación al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) y se consolidó con la entrada en vigor del Tratado de Libre de Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN) en enero de 1994. En la actualidad se han firmado 10 tratados comerciales con 32 países y se negocian dos más con Panamá y Uruguay.
Cada nuevo paso que se da en favor de la apertura comercial ha sido justificado como una acción de gobierno inevitable, modernizadora, que estimula el desarrollo y el bienestar de la población. En contraposición se presenta a quienes señalan que hay que defender los mercados y los productores nacionales como nostálgicos enemigos del progreso y promotores de la ineficiencia.
Los damnificados de este proceso no han recibido compensación alguna ni oportunidad para reconvertirse. Víctimas de una política de modernización a golpes de mercado, han pasado a engrosar las filas de la exclusión.
A diferencia de lo sucedido en otros países, la apertura de las fronteras nacionales a las importaciones extranjeras tuvo en sus inicios poca oposición. El control corporativo de los organismos gremiales facilitó la construcción de un consenso en favor del libre mercado. La promesa hecha a los empresarios y agricultores nacionales de acceder a los mercados de grandes potencias económicas como Estados Unidos, y de contar con insumos baratos para su producción, desvaneció el rechazo inicial a la liberalización comercial. Otro tanto sucedió con los consumidores urbanos que súbitamente tuvieron acceso a un amplio surtido de mercancías extranjeras, muchas de lujo.
Sin embargo, este consenso no puede confundirse con unanimidad. No fueron pocas las voces críticas que se hicieron oír cuando México se incorporó al GATT. El levantamiento zapatista del primero de enero de 1994 cayó como balde de agua helada sobre quienes festinaban la entrada en vigor del TLCAN. Grupos ciudadanos, intelectuales y organizaciones campesinas democráticas advirtieron en su momento sobre los riesgos del libre comercio. No obstante sus protestas, por enérgicas que fueran, y sus críticas, por documentadas que estuvieran, siempre tuvieron un impacto limitado...