La Jornada, 22 de septiembre de 2009
Noam Chomsky es un intelectual querido y respetado en una parte muy importante de los movimientos populares y del mundo de la cultura en México. El aprecio que se le tiene va más allá del conocimiento de su obra. Su reputación de pensador riguroso camina de la mano de su notoriedad como un hombre éticamente congruente.
Su pensamiento se ha divulgado en tierra mexicana, en mucho por conducto de sus artículos de opinión y de las entrevistas publicadas en La Jornada. El primero, “El sistema de los 500 años y el nuevo orden mundial”, apareció en 1991. Diversas ediciones de sus libros, varias provenientes de España, se venden en México. Usualmente se trata de volúmenes caros, no accesibles a la mayoría de los lectores. Parte de esos materiales, así como traducciones de sus ensayos aparecidos en Z Magazine, circulan entre estudiantes en fotocopias.
En Internet pueden encontrarse muchas de las entrevistas que se le han hecho en revistas de varios países. El periódico digital Rebelión tiene 161 archivos en español con escritos de y sobre el intelectual. La biblioteca virtual Noam Chomsky posee un índice con 100 materiales suyos.
Las visitas del profesor del MIT a México han sido escasas. En algunos centros de educación superior su obra forma parte de la bibliografía que los estudiantes deben leer. Sin embargo, no hay relación directa entre el enorme reconocimiento del que disfruta y la comprensión de su obra.
El pensador molesta sobremanera a la derecha ilustrada de nuestro país. Sus críticas a la política imperial estadunidense los enervan. En el ensayo titulado “You and Us”, capítulo del libro Perception and Misconceptions in U.S.-Mexico Relations, Enrique Krauze asegura que la intelectualidad y la clase política mexicana antiestadunidenses tienen en Chomsky, el gringo enojado, a su gurú.
La revista Letras Libres ha publicado dos escritos contra el ensayista. El primero, “Noam Chomsky a través del espejo”, de Nick Cohen, apareció en febrero de 2004; el segundo, “Noam Chomsky”, de Carlos Granés, fue parte del número de octubre de 2008. Ambos trabajos son bastante malos y viscerales. Según Granés, los escritos del académico “han fomentado el victimismo y la impotencia, haciendo creer a los habitantes del tercer mundo que las soluciones a sus problemas dependen menos de ellos mismos que de la buena voluntad de un país despótico”. Sin ningún rigor, Cohen afirma: “Su obra representa la capacidad de la izquierda occidental de criticar todo lo que viene de Occidente... salvo a sí misma”...