La Jornada, 29 de abril de 2014
En las entrañas de la Huasteca potosina se reconstituye la nación Xi’iuy, que significa indígena, y son conocidos como pames. Un pueblo originario que se creía en proceso de desaparición se ha encontrado consigo mismo.
Su bandera simboliza esta recreación de su propio orden, en la que se recupera y reinterpreta su historia. Tiene franjas de tres colores: rojo, negro y amarillo. Rojo, porque cuando los xi’iuy combatieron desnudos contra la invasión española en la guerra chichimeca, se pintaban el cuerpo de ese color. En el centro hay una palma, abajo de ésta una flecha y arriba un rifle. Junto a ellos hay varios cucuruchos, por los primeros frailes.
Esta reconstitución de la nación Xi’iuy, en la que los maestros bilingües han desempeñado un papel relevante, tiene expresas distintas y complementarias nociones: la defensa del carácter colectivo de sus tierras (se niegan a la parcelación) y territorio, la recuperación de sus sistemas normativos, sus instituciones y su lengua, y, también, la formación de sus guardias comunitarias.
Sebastián de la Cruz es indígena xi’iuy. Vive y trabaja en la comunidad La Nueva Palma. Desde el pasado 16 de febrero es guardia comunitario. Hace unos meses fue arrestado por policías ministeriales sin orden de aprehensión. Primero lo acusaron de un robo que nunca cometió. Luego lo extorsionaron. Finalmente lo encarcelaron cinco días, a pesar de ser inocente. Cometieron con él un atropello y una humillación (Noticieros Televisa, 9/4/14).
Para evitar ser detenidos, los indígenas de La Palma deben pagar una cuota a la policía, e incluso, necesitan empeñar sus herramientas de trabajo. Los que se niegan son golpeados, amenazados y conducidos a las barandillas. Los atropellos son constantes y la justicia nula. Aunque muchos indígenas no hablan español, no hay traductores en el Ministerio Público.
“La policía de San Luis Potosí está infiltrada –me dijo en entrevista Miguel Ángel Guzmán, el profesor y licenciado que los asesora legalmente–, tanto la estatal como la municipal. Trabajan dos turnos: en uno son los buenos, en el otro los malos. Son asaltantes. ¡Extorsionan hasta las tienditas!”
Por si fuera poco, a los xi’iuy les llueve sobre mojado. A los atropellos policiales que sufren hay que añadir la acción de delincuencia. La situación es muy grave. Desde 2010 son extorsionados también por criminales. Si rechazan pagar o dejar sus tierras son asesinados. Los homicidios quedan impunes. Los delincuentes se arreglan con los agentes del Ministerio Público sin grandes problemas...