La Jornada, 31 de agosto de 2010
Los bolillos que los mexicanos comen subirán de precio. Lo mismo sucederá con el pan de dulce, las pastas, las galletas, las tortillas de trigo y el pan de caja. Así lo anunció Leopoldo González, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora(Canainpa). De hecho, ya se incrementó en 20 por ciento el costo de las harinas para elaborarlos. A mediados de agosto el valor del grano en el mercado internacional se había elevado en torno a 50 por ciento respecto de junio.
Detrás del aumento en los precios y la volatilidad que le precede hay una situación alarmante. Pero, fiel a su estilo, el gobierno federal ha desestimado la gravedad. Para ellos se trata de un nuevo catarrito sin demasiadas consecuencias. En un comunicado oficial, las autoridades del ramo aseguraron que en el mundo había suficientes inventarios del cereal. Olvidan que, 2008, fecha en que la crisis de los precios reventó, se tuvo una cosecha récord del grano a escala internacional.
Los organismos multilaterales piensan de otra manera. La alta volatilidad de los precios del trigo, pero también del maíz y el arroz, constituye, según el Banco Mundial, un riesgo adicional a la crisis prevaleciente. Las personas más pobres deben gastar más en alimentos. Para los pequeños productores es una carga extra, pues tienen menos mecanismos para enfrentar las fluctuaciones. Según el organismo, el promedio de variación de los precios para un grupo de 26 países de bajos ingresos ha sido mayor al que el que se observó en los años previos al estallido de la crisis alimentaria.
El trigo es el segundo cereal más importante en la alimentación de los mexicanos, después del maíz. Es un producto básicamente comercial. La cosecha que se dedica al autoconsumo es muy limitada. Se cultiva en 24 entidades federativas. Los principales estados productores son Sonora, Baja California y Guanajuato.
Como en otras ramas agrícolas, quienes lo siembran disfrutan de escasos beneficios en relación con quienes lo industrializan. Aunque los precios varían, el costo de un bolillo con un peso entre 60 y 65 gramos, es de 1.80 pesos. Un productor de trigo en México recibió 2.70 pesos por cada kilo de grano. Eso significa que obtuvo casi 17 veces menos de lo que pagó el consumidor final por esa pieza de pan. En el caso de la pasta, las galletas y el pan de dulce la diferencia entre el precio de la materia prima y el producto final suele ser aún mayor...