El reality show de la información

La Jornada, 29 de marzo de 2011

La firma del pacto entre directivos de grandes medios de comunicación, para limitar y uniformar los criterios de información sobre la violencia, se convirtió en una emisión más de un reality show a la que tan afectos son las televisoras. Con el Museo de Antropología convertido en gran set de filmación, la telecracia dejó en claro cuáles son sus cartas en el pulso por la nación en juego.

El espectáculo, transmitido en cadena nacional voluntaria y repetido en los telediarios, fue una puesta escena parala Historia. Los conductores, en el papel de sí mismos, se vistieron con el ropaje de la conciencia nacional encarnada y hablaron frente a las cámaras rebosantes de espíritu cívico. Ni realidad ni ficción, sino manifestación de hiperrealidad, el show fue complementado con videos de testimonios de (¡faltaba más!) personalidades importantes y testimonios sobrecogedores.

La firma continúa la labor del Acuerdo México, el proyecto en el que las televisoras hicieron de la filantropía un programa de telerrealidad, para mostrar que en México suceden cosas buenas, justo cuando la crisis económica sume en el desempleo y la desesperanza a millones de mexicanos, y los saldos violentos de la lucha contra el narcotráfico dibujan un país abatido y desesperanzado. Se trata de emprender una cruzada por forjar otro imaginario nacional, más light.

Firmado en un momento en que la percepción de amplios sectores de la población es que la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón es un fracaso, y que es la responsable de la ola de violencia incontrolable que se vive, el acuerdo forma parte de una guerra semántica para construir un discurso informativo sobre la realidad a la medida de los intereses del gobierno federal.

La firma del acuerdo es, implícitamente, la confesión de un fracaso. Al buscar normar lo que debería ser evidente demuestra que la realidad es distinta a como quisiera que fuera. Decir que con el pacto se trata de evitar que los medios conviertan a presuntos delincuentes en “víctimas o héroes públicos es sorprendente. Si con todos los recursos publicitarios que ha desplegado no ha logrado ya hacerlo, y la población sigue viendo en ellos figuras a emular, la situación es muy grave...