La Jornada, 13 de marzo de 2018
Celebramos los 50 años del movimiento estudiantil-popular de 1968. Un movimiento que es mucho más que un recuerdo en la sociedad y la política del país. No obstante el tiempo transcurrido desde entonces, el 2 de octubre de cada año, miles de jóvenes toman las calles de Ciudad de México para conmemorar la masacre del 2 de octubre. Los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 en Iguala se preparaban para asistir a esa manifestación.
El movimiento fue un parteaguas en la historia contemporánea del país. Su influencia persiste en todos los ámbitos de la vida política y rebasa, por mucho, el recordatorio ritual a los mártires de la matanza de Tlaltelolco o a las demandas no satisfechas de esclarecimiento público de los hechos y castigo a los responsables de la matanza.
El 1968 mexicano fue un relámpago que iluminó la oscuridad del autoritarismo gubernamental. Ese relámpago mostró masivamente que la pax social priísta era un mito sostenido por la cárcel, el destierro y el asesinato. Ese relámpago alumbró a gigantes cívicos y literarios como José Revueltas, y proporcionó que se le diera un reconocimiento masivo hasta entonces escamoteado. De paso, sacó del olvido de las cárceles en las que se encontraban a presos políticos, como Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
A 50 años de distancia, Francisco Pérez Arce hace la crónica de aquel relámpago. Rayo en cielo tranquilo se llama su primer capítulo. Lo hace en un momento de peligro. Dice Walter Benjamin que articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro. Así lo hace Caramba y zamba la cosa. El 68 vuelto a contar.
Francisco Pérez Arce es un economista especializado en la historia social de las cinco décadas recientes del México de abajo, que, además, escribe novelas. Sus crónicas y trabajos de ficción recrean con magnífico oficio la atmósfera social y política de las luchas populares durante el pasado medio siglo.
Adicionalmente a su trayectoria dentro de la academia como historiador (fue director del Departamento de Estudios Históricos del INAH) o de su vocación como novelista, Paco Ceja –como le llaman cariñosamente sus amigos– fue, a lo largo de más de tres décadas, asesor y organizador de movimientos campesinos y sindicales, asiduo e incansable acompañante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, activo participante en las luchas por democratizar el país y participante directo en la administración pública durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas en el entonces Distrito Federal.
Francisco fue también promotor de proyectos periodísticos de difusión de las luchas obreras y populares. Participó activamente en la elaboración y distribución de La Causa del Pueblo, Trabajadores en Lucha e Información Obrera. Ha colaborado con los suplementos México en la Cultura, de Siempre! y La Jornada Semanal, con los diarios La Jornada y El Universal y con las revistas Historias y Nexos...