La Jornada, 04 de abril de 2017
Después de 23 años de militancia, Miguel Barbosa renunció al PRD, el partido que lo hizo senador y diputado sin jamás ganar una elección por la vía directa. Irá –dice– a acompañar la campaña de Morena en el estado de México.
Su apoyo a Andrés Manuel López Obrador es novedoso. Apenas en junio de 2015 le parecía que la soberbia del dirigente nacional de Morena era infinita, su rostro añejo, y su partido una fuerza dogmática y marginal (https://goo.gl/UToK00).
Pero, por lo visto, para el poblano, durante años cabús del ferrocarril chucho, rectificar es de sabios. Tanto como prender simultáneamente diversas veladoras a distintos santos. Hace escasos seis meses, en septiembre de 2016, Barbosa aseguró que la llegada de José Antonio Meade a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público era un hecho positivo, porque es un extraordinario servidor público, que va a hacer su mejor desempeño.
El senador no escatimó halagos para el futuro responsable de manejar las finanzas públicas. Meade es –escribió Barbosa– un hombre honesto y técnico, uno de los servidores públicos más eficientes de la pasada y la actual administración. Y añadió: es el único dentro del gabinete que cuenta con el apoyo de los circuitos financieros, los mercados internacionales y del encargado del Banco de México.
Sin embargo, dueño de un corazón de condominio, don Miguel no sólo tiene halagos para el prócer de la tecnocracia hacendaria. De ninguna manera. Allí también hay lugar para Luis Videgaray. Con la generosidad que lo caracteriza como líder opositor, Barbosa reconoció quela conducción de la economía no ha sido mala. O sea, que, para él, a pesar de que el PIB no creció y la desigualdad aumentó, el hoy canciller hizo bastante bien su chamba cuando se encargó de las finanzas públicas. No en balde, según el senador, Videgaray es el miembro del gabinete con más visión de Estado.
No en balde, Barbosa, en los hechos un neoliberal silvestre con disfraz de izquierda, votó, de la mano del PRI y el PAN, en favor de las reformas neoliberales de Luis Videgaray y José Antonio Meade.
Afanosito, les sirvió de tapete, sin el menor escrúpulo ni remordimiento. Aprobó la reforma educativa, a la que llamó la reforma social más significativa de la actual Legislatura. Y acusó a los maestros que la rechazaron de tener posiciones imposibles de cumplir y accedió a que había que despedirlos: la ley se debe aplicar, sentenció.
La lista de sus adhesiones a los poderosos es larga. De la mano del duopolio televisivo, se sumó a la iniciativa de retrasar el apagón analógico. En contravención a los principios constitucionales, apoyó la militarización de los puertos. En octubre de 2013 avaló una reforma fiscal lesiva para las zonas fronterizas...