La Jornada, 13 de mayo de 2014
Como si fuera la función de un teatro de sombras en el que se proyectan marionetas delante de un fondo iluminado para generar la sensación de movimiento, este 10 de mayo se puso en escena la representación del desarme y desmovilización de las autodefensas michoacanas.
Frente al comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo, parte de las autodefensas cambiaron las armas prohibidas y las barricadas por fusiles y pistolas reglamentarios, uniformes de la fuerza rural del estado y un régimen policiaco. “Con esto –dijo Estanislao Beltrán, Papá Pitufo– ya tenemos un compromiso, somos gobierno”.
La ilusión de movimiento que el montaje quiso crear fue la de los civiles armados michoacanos ciñéndose al ultimátum gubernamental para entregar sus cuernos de chivo a cambio de un fusil R15, una pistola 9 milímetros y 15 balas para la escuadra y 30 tiros para el rifle; la de transportarse en Estaquitas de Nissan en lugar de las camionetotas 4x4; la de actuar en la legalidad en vez de tomar la justicia en sus manos.
Pero ese teatro de sombras no puede ocultar que el 10 de mayo las autodefensas no se desarmaron ni se desmovilizaron, solamente se dividieron. Una parte se sujetó a la voluntad gubernamental, otra se niega a acatarla y varias más se encuentran en el limbo, sin saber aún qué hacer.
En la ceremonia, el comisionado declaró que lo inédito de este movimiento social armado (...) es que en esos días la gente no se levantó contra el Estado, sino para solicitar la presencia del Estado. Y hoy los que representan al Estado son ustedes.
Pero resulta que ese Estado sigue ausente en Michoacán. El mismo Castillo tiene que desplazarse custodiado por un enorme equipo de seguridad, y trasladarse en una Suburban blanca con blindaje tipo 5, que resiste ataques de cañón corto y largo. Como cuenta Arturo Cano, el montaje para anunciar la toma de protesta de la nueva Fuerza Rural estuvo protegido por agentes armados hasta los dientes.
Extorsiones, secuestros, robos, asesinatos siguen siendo un asunto cotidiano en varias regiones de la entidad. No hay indicio de que la producción y tráfico de drogas se hayan frenado. Entre enero de 2012 y marzo de 2014 sólo se lograron decomisar 844 armas de fuego. La maquinaria del narcocapitalismo en Michoacán camina. Los negocios que lavan las ganancias del crimen organizado florecen como siempre...