La jornada, 29 de octubre de 2002
Ahogado el niño, se niegan a tapar el pozo. Aunque la agricultura nacional vive una de sus más severas crisis por culpa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a partir del próximo año la situación será aún peor con la desgravación de todos los productos sensibles (excepto maíz, frijol y leche en polvo), las autoridades mexicanas se niegan a tomar medidas efectivas en defensa del campo. Luis Ernesto Derbez, secretario de Economía, descartó que fuera a renegociarse el capítulo agropecuario del tratado.
Presionado por el descontento rural creciente, Vicente Fox declaró de cara a la reunión de la APEC: "Vamos a ser intolerantes cuando existan subsidios". Y, en una confesión con más pena que gloria, señaló: "Estamos analizando las últimas medidas que ha tomado Estados Unidos en esta materia (agrícola) y si hay alguna de ellas, por pequeña que sea, que tenga alguna violación a los acuerdos de libre comercio, actuaremos con la mayor firmeza".
Las últimas medidas a las que el presidente mexicano se refiere es el nuevo farm bill, llamado Ley de Seguridad para las Granjas e Inversión Rural de 2002, en el que se asigna al sector rural estadunidense un promedio anual de 19 mil millones de dólares por concepto de subsidios. El nuevo farm bill fue firmada por el presidente George W. Bush el pasado 13 de mayo. Esto significa que más de seis meses después de aprobada la nueva ley agrícola de nuestro principal socio comercial el gobierno mexicano ¡sigue analizando! su contenido. ¡Vaya eficacia! Quizá por ello el blindaje agropecuario prometido es, hasta ahora, un acorazado de papel.
Congruente, el secretario de Agricultura, Javier Usabiaga, decidió olvidarse de la "intolerancia" que su jefe ofreció para enfrentar la cuestión de los subsidios y optó por apostar el futuro del agro mexicano a la reunión del año entrante de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Allí buscará que se presione a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón para que reduzcan los apoyos que brindan a sus productores rurales.
Pero poco duró el efecto de las declaraciones de los funcionarios mexicanos. Fueron refutadas unas cuantas horas después de pronunciadas. Ernst Micek, director general de Cargill, una de las empresas alimentarias trasnacionales más importantes del mundo y beneficiaria del nuevo farm bill, señaló: "No podemos reducir los subsidios en agricultura". Estados Unidos no modificará su política antes de ocho o diez años. Kathleen B. Cooper, subsecretaria de Comercio, aseguró: a corto plazo los subsidios que aprobó el Congreso al sector agrícola no podrán disminuirse...