La jornada, 19 de marzo de 2002
Barcelona y Monterrey: dos imágenes, dos realidades, dos políticas. En la capital de Cataluña, medio millón de almas toman las calles para protestar en contra de la globalización neoliberal. En la capital de Nuevo León, apenas poco más de mil personas se reúnen en un local semivacío para recomendar a los poderosos del mundo hacer modificaciones a un documento sobre financiamiento que ya fue acordado y en el que no se hará cambio alguno.
A pesar del 11 de septiembre, en Barcelona La campaña contra la Europa del capital y de la guerra efectuó el 16 de marzo la movilización más numerosa del ciclo de Seattle. En Monterrey, el Foro Global Financiación para el Desarrollo Sustentable con Equidad, integrado por unas cuantas ONG que se autonombraron representantes de la sociedad civil, con trabajos pudo reunir, y con ayuda de los más de 730 mil dólares que recibieron de financiamiento, a unas mil 500 personas durante tres días.
En Barcelona participaron centenares de organizaciones ciudadanas y colectivos de base de dentro y fuera del Estado español. Nacionalistas, okupas, autonomistas, asociaciones vecinales, simpatizantes zapatistas, anarcos, sindicalistas de base se encontraron en una campaña de funcionamiento horizontal, sin jerarquías y sin salarios para los responsables de su funcionamiento, que tuvo como su interlocutor central a la sociedad.
A Monterrey asistieron un centenar de organizaciones civiles y fundaciones internacionales, sin la participación de los movimientos populares más representativos del país o de América Latina. Funcionaron de manera vertical, sobre la base de una convocatoria excluyente, con funcionarios de tiempo completo pagados, teniendo como interlocutor principal a los organismos multilaterales.
En Cataluña parte de las jornadas de lucha fueron dedicadas al zapatismo y a la exigencia del cumplimiento de los acuerdos de San Andrés. Bajo el Cerro de la Silla los pueblos indios de México y de América Latina fueron los grandes ausentes, los otra vez invisibles.
En Barcelona muchas voces hablaron por los organizadores. Nadie fue identificado como líder o dirigente. Ninguno sobresalió. No podía ser de otra manera en una convergencia nacida de la asociación de grupos de afinidad. En Monterrey hubo una sola vocera que dijo representar a todos, incluyendo los muchos que están allí para otras reuniones. Se reunió y fotografió con el gobernador, declaró incansablemente a la prensa y divulgó sus afirmaciones en varios boletines informativos...