La Jornada, 23 de diciembre de 2014
Después de realizar una asamblea, cerca de 4 mil pobladores de Ayutla de los Libres y Tecoanapa marcharon tres kilómetros por la carretera que comunica Ayutla con Cruz Grande, la cabecera del municipio de Florencio Villarreal, sede del 47 batallón de infantería. Exigieron la salida del Ejército de la región, el retiro de los retenes y el respeto al libre tránsito. Incansablemente gritaron: ¡Queremos escuelas, queremos trabajo, queremos hospitales, no militares!
En el contingente, encabezado por los comisariados y delegados comunitarios, participaron padres de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, normalistas rurales, campesinos, policías comunitarios, integrantes de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero y del Movimiento Popular Guerrerense. Sostuvieron que la presencia militar sólo favorece la comisión de delitos, la presencia de delincuentes y la tensión entre los habitantes por el sobrevuelo constante de tres helicópteros de la Secretaría de Marina y la Policía Federal (La Jornada, 18/12/14).
Antes de llegar al cuartel, soldados y policías cerraron el paso a la multitud. Lejos de intimidarse, los habitantes de Ayutla y Tecoanapa exigieron una respuesta inmediata de las fuerzas castrenses a sus demandas. Simultáneamente, en una acción paralela efectuada a unos tres kilómetros de distancia, grupos de mujeres bloquearon la ruta a Cruz Grande y retuvieron a cerca de mil policías federales y soldados, para impedir que llegaran a encapsular a quienes protestaban cerca de las instalaciones militares.
Ante la movilización, el subsecretario de Gobernación, Luis Felipe Miranda, se comunicó vía telefónica con los dirigentes del movimiento y se comprometió a replegar a los uniformados y a entablar una mesa de diálogo con ellos.
Un día más tarde, el 18 de diciembre, los padres de los desaparecidos se plantaron frente a la sede del 27 batallón de infantería de Iguala, y exigieron que la Procuraduría General de la República (PGR) abra una línea de investigación hacia el Ejército por su omisión y participación en la tragedia del 26 y 27 de septiembre. También demandaron que se les permita entrar a los cuarteles a buscar a sus hijos y familiares.
Enardecidos, gritaron consignas contra el Ejército: ¡Asesinos, asesinos, regrésennos a nuestros hijos!, ¡Ellos los tienen, entréguennos a nuestros hijos es lo único que les pedimos!, ¡Debería darles vergüenza, pinches asesinos, corruptos, lamebotas, desgraciados!
Según cuenta Alejandro Guerrero, un padre que logró meterse al edificio encaró a soldados que le tomaban fotografías y video con sus teléfonos: ¿Por qué dejaste morir a nuestros hijos? Contéstame, hijo de la chingada. ¿Por qué me lo dejaste morir, cabrón? ¿Quién fue, quién es tu jefe? ¿Por qué los dejaron morir? ¿Por qué no apoyaron el día 26 a los chamacos? ¿Por qué los dejaron que los golpearan y los desaparecieran?, contéstame, les dijo. Nadie respondió...