La Jornada, 07 de agosto de 2018
Las manecillas del reloj se mueven. No hay forma de frenarlas. Tampoco hacerlas retroceder. La hora cero está cerca. Los días de Juan Díaz de la Torre como dirigente magisterial están contados.
En realidad, el presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) nunca ha sido dueño del reloj; tampoco del tiempo. La anécdota circula entre sus agremiados y lo dice todo. Cuando Aurelio Nuño, titular dela Secretaría de Educación Pública (SEP) y coordinador de la fracasada campaña de José Antonio Meade, le preguntaba Juan, ¿qué horas son?, él invariablemente le respondía: las que usted diga, señor secretario.
Juan Díaz de la Torre se hizo de la presidencia del sindicato en 2013, a raíz de la detención de Elba Esther Gordillo. De hecho, fue designado por el gobierno federal. Él lo aceptó traicionando a su antigua jefa (https://bit.ly/2LRZVPU). Desde entonces se plegó incondicionalmente a las órdenes de los secretarios de Educación en turno. Avaló sin chistar la reforma educativa.
Los resultados de su gestión al frente del SNTE han sido desastrosos (https:/<BR>/bit.ly/2vB1SoI). La profesión docente fue vilipendiada y denigrada por la derecha empresarial sin que él metiera las manos. Varios mentores fueron asesinados y centenares fueron arrestados y despedidos por las autoridades para imponer la contrarreforma a la enseñanza. El salario magisterial no tuvo mejoras sustantivas. Los profesores perdieron derechos y conquistas laborales. Casi 200 mil trabajadores de la educación se jubilaron anticipadamente. La matrícula de las normales cayó estrepitosamente.
Los maestros de base cobraron a Juan su abyección votando en contra de la coalición electoral Todos por México, a la que él había ofrecido millones de votos de los docentes y sus familiares. Nueva Alianza perdió el registro.
Díaz de la Torre sufrió también el embate vengador de Elba Esther Gordillo. Desde su prisión domiciliaria, la maestra pactó una alianza con Andrés Manuel López Obrador y pasó a la ofensiva contra su antiguo protegido. Para ello orquestó una ofensiva a dos manos. Por un lado, organizó las Redes Sociales Progresistas (RSP), encabezadas por su yerno, Fernando González, para actuar en el frente electoral. Por el otro, promovió la formación de la agrupación Maestros por México (M×M), dirigida por Tomás Vázquez Vigil, valedor de Juan Díaz de la Torre, con el objetivo de rescatar el sindicato.
Los resultados electorales cosechados por Elba Esther fueron raquíticos. A pesar del arrasador triunfo de la coalición Juntos Haremos Historia, la gran mayoría de sus candidatos no ganaron. Sin embargo, respiró aliviada con la derrota en Veracruz de su antiguo aliado y hoy acérrimo enemigo, Miguel Ángel Yunes. Y la sonrisa le regresó al rostro con la llegada al futuro gabinete de sus grandes amigos y compañeros de mil y una aventuras políticas, Esteban Moctezuma y Marcelo Ebrard...