La Jornada, 13 de enero de 2015
En los alrededores de Iguala, los sicarios que habían privado de su libertad y tenían en su poder al ingeniero Arturo Hernández Cardona y a otros tres compañeros suyos, le dieron una nueva tanda de tablazos, latigazos y golpes con el canto de los machetes. Era cerca de la medianoche del 31 de mayo de 2013 y amenazaba con llover.
Allí llegó el alcalde del municipio, José Luis Abarca, en compañía de su jefe policial, Felipe Flores Velázquez. No iba a salvar al ingeniero sino a ejecutarlo. Vestía pantalones ajustados negros, jersey oscuro y ceñido, y gorra. Colérico, ordenó a los matones que volvieran a torturar a Hernández Cardona.
Fuera de sí, el presidente municipal sentenció: ¿Qué tanto estás chingando con el abono? ¡Y te dabas gusto pintando mi ayuntamiento! ¡Ahora yo me voy a dar el gusto de matarte!
El jefe de la policía municipal levantó del piso a Hernández Cardona y lo condujo al borde de una fosa recién excavada, junto a unos árboles. José Luis Abarca le puso el cañón de una escopeta junto a la mejilla del lado izquierdo, y jaló el gatillo. El ingeniero se derrumbó. Uno de los pistoleros lo arrastró y aventó a la tumba.
Felipe Flores le aconsejó a Abarca: Métele otro putazo para que se lo lleve la chingada, porque ya va a llover. Obediente, el edil le disparó en el pecho. Sin taparlo, el cuerpo quedó tirado en la fosa. Muy pronto cayeron las primeras gotas del aguacero que inundó el hoyo.
Más tarde, cuando intentó huir, los matones del cártel de Guerreros Unidos asesinaron a Félix Rafael Balderas Román y lo echaron a la misma fosa. No por mucho tiempo. Después de recibir una llamada, los pistoleros desenterraron los cuerpos, los metieron en una camioneta y los llevaron a Mezcala. Y, para no dejar testigos, ultimaron allí a otro de sus prisioneros: Ángel Román Ramírez.
En medio de la confusión, uno de los secuestrados, Nicolás Mendoza Villa, chofer del ingeniero, logró escapar. Con valor, denunció los asesinatos ante el notario público número 47 del Distrito Federal y con Miguel Ángel Cuevas Aparicio, agente del Ministerio Público del fuero común. La Procuraduría General de la República (PGR) ignoró la acusación.
Detenido el pasado 16 de octubre, Sidronio Casarrubias Salgado, conocido como El Chino, uno de los líderes de Guerreros Unidos, de 44 años y originario de Teloapan, confesó su responsabilidad en estos homicidios como parte de los servicios prestados a José Luis Abarca.
“Otro de los casos que le hemos quitado de encima al presidente municipal –dijo a las autoridades– es el de un líder que le andaba dando mucha lata, integrante de una agrupación. Éste le solicitaba un puesto para regidor y un camión de fertilizante. El presidente se lo iba a entregar, pero como el líder se portó muy ‘exigentito’, el presidente mejor decidió matarlo.”...