La Jornada, 19 de junio de 2012
La incertidumbre es lo de hoy. El anuncio del inminente y sólido triunfo de Enrique Peña Nieto este 1º de julio se ha –parafraseando al clásico– desvanecido en el aire. Si hace apenas poco más de un mes los intelectuales mediáticos profetizaban el advenimiento del presidencialismo imperial de la mano del carro completo en las cámaras legislativas, hoy el nerviosismo se ha apoderado del primer círculo priísta.
Todo lo sagrado es profanado, escribió el crítico. Las encuestas han dejado de ser el oráculo que anunciaba al inevitable ganador de la contienda e inducía el voto útil, para convertirse en materia de controversia. Su imparcialidad está bajo sospecha. Se ha convertido en lugar común que cada sondeo concluye lo que a sus patrocinadores interesa. Unos hablan de la ventaja inalcanzable del puntero y otros de un virtual empate técnico.
Una manta colgada hace unos días en la avenida Universidad de la ciudad de México resumió el descrédito ciudadano hacia los sondeos:¿Tú le crees a las encuestas? Yo tampoco.
La mula no era arisca. El desempeño de las compañías encuestadoras en los últimos comicios ha sido lamentable. En 2010, Consulta Mitofsky, que trabaja en estrecha colaboración con Televisa, auguró que en Oaxaca, Puebla y Sinaloa triunfaría el PRI con cinco,12 y ocho puntos de ventaja. No fue así. En los tres estados el tricolor fue derrotado. En Veracruz e Hidalgo pronosticó una ventaja priísta de 23 y 21 puntos, que al final se redujo a una diferencia de tan sólo dos y cinco puntos. ¿Por qué suponer que en estas elecciones no se van a volver a equivocar?
Taimados que somos, la desconfianza hacia los sondeos es tan grande que entre 30 y 40 por ciento de los auscultados se niega a responder a las encuestadoras. A menos de dos semanas de los comicios, el porcentaje de los indecisos fluctúa entre 15 y 30 por ciento. Eso significa que al menos la mitad de la población en edad de votar no quiere decir por quién lo hará o no lo sabe aún.
No hay certeza. Decenas de miles de jóvenes en todo el país acabaron con ella. Le propinaron un certero manotazo al tablero de ajedrez electoral en el que el final de la partida estaba anunciado. Las piezas se movieron. La formación de un vigoroso e imprevisible movimiento anti Peña Nieto cambió las reglas del juego. El candidato priísta está cercado en todos su desplazamientos. Adonde llega brotan protestas espontáneas en su contra...