La afrenta educativa

La Jornada, 08 de marzo de 2016

Día tras día, la realidad magisterial contradice los propósitos y los dichos del secretario de Educación, Aurelio Nuño. Los maestros de carne y hueso caminan en dirección distinta a las palabras del funcionario público. Cuando él dice ¡sí!, ellos responden ¡no! Ni siquiera los docentes a los que premia y alaba están de acuerdo con él.

Así sucedió el pasado 3 de marzo. Mientras el secretario anunciaba que en México había profesores destacados y de excelencia, como lo demostraban los resultados de la Evaluación al Servicio Profesional Docente, esos mismos educadores le aclaraban que en México ‘‘no hay maestros ni de primera ni de segunda ni de tercera, sólo maestros”.

En la misma reunión en que el secretario trató de dividir a los mentores, y ensalzó la evaluación punitiva –escribió Laura Poy–, Lucero Navarrete, maestra de primaria de Chihuahua, le respondió: los resultados del examen al desempeño docente dependen de muchos factores y de las circunstancias personales que cada uno de nosotros experimentó... a unos nos favorecieron y a otros no, pero hay muchos que no obtuvieron el resultado que merecían, porque el trabajo que realizan en su escuela es muy diferente a lo que viene en un examen, al miedo o a las circunstancias.

Apenas el 22 de febrero, Aurelio Nuño había chocado con el magisterio oaxaqueño. Ese día, protegido por un fuerte operativo policiaco-militar, se presentó sin avisar, acompañado del gobernador Gabino Cué, en la escuela primaria Emiliano Zapata, en Miahuatlán, Oaxaca.
El objetivo explícito del acto era dar el banderazo de salida al programa Escuelas al Cien. El propósito no declarado era mostrar que el magisterio del estado se encontraba en calma y bajo control. El resultado fue contraproducente.

A los maestros de la Emiliano Zapata se les obligó a recibir al secretario bajo amenaza de despido. Moisés Robles, el policía que dirige el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, les advirtió que si no cooperaban sufrirían el cese inmediato.

Para realizar el acto oficial, las instalaciones escolares fueron cercadas por elementos de la Policía Federal, granaderos y Ejército. Un policía vestido de civil amenazó con un arma al maestro que resguardaba la puerta de entrada. Las llamadas telefónicas fueron bloqueadas.

Ante el despliegue y la intimidación policiaca, padres de familia montaron en pánico. Muchos se negaron a llevar a sus hijos a clases y otros regresaron a sacarlos de la escuela. Dentro de la Emiliano Zapata los niños lloraban, se quejaban de que les dolía cabeza y se enfermaban del estómago. Para resguardarlos y tranquilizarlos los profesores los metieron a los salones.
El programa oficial duró apenas unos 20 minutos y estuvo lleno de contratiempos...