La amarga bonanza del café

La Jornada, 28 de septiembre de 2010

El café está de moda en casi todo el mundo. Cada año se consumen más de 400 mil millones de tazas del aromático. Tomarlo es prestigioso. Ha dejado de ser una bebida de adultos o de trabajadores. Los jóvenes lo consumen abundantemente. Países acostumbrados a beber té se han vuelto cafeteros.

Pequeñas y grandes cafeterías crecen como hongos en muchas ciudades, la de México incluida. Se han convertido nuevamente en lugares de reunión y encuentro para amigos, enamorados y compañeros. Por todos lados florecen franquicias y sucursales de países que no son productores. Incluso cadenas de comida rápida, que tienen en la venta de bebidas gaseosas uno de sus negocios más rentables, han abierto cafeterías anexas a sus establecimientos.

En una época en la que se valora enormemente la actividad incesante, en la que no es bien visto estar cansado y en la que el consumo de bebidas energéticas ha crecido geométricamente, el café se ha revalorado. No en balde la palabra café proviene del árabe qahwah, que significa estimulante.

Como ha sucedido con productos agrícolas como el trigo o el maíz, su precio se ha incrementado en los últimos años. En 1989 cayó por los suelos como resultado de la ruptura de las cláusulas económicas de la Organización Internacional del Café (OIC), que regulaban el comercio mundial del aromático. En la década de 1990 la conversión de Vietnam en un abundante país productor, como resultado de las políticas del Banco Mundial, mantuvo la tendencia a los precios bajos. A partir de 2005 la tendencia se modificó y su cotización en los mercados internacionales se incrementó. En agosto pasado el precio indicativo llegó a 157.46 dólares las 100 libras. El mejor en los últimos 20 años.

Después del petróleo, el café es la mercancía más comercializada en el mundo. Unas 125 millones de personas dependen de esta actividad económica, entre ellas 25 millones de pequeños cultivadores. La producción del año de cosecha 2009-2010 fue de casi 120 millones de sacos de 60 kilogramos, de los cuales se exportaron más de 96 millones.

El incremento en los precios en este ciclo se debió, en parte, a que la producción mundial fue menor que el consumo en más de 10 millones de sacos. Las existencias han disminuido, el consumo mundial ha crecido en 2 millones de sacos al año y la cosecha del grano cayó. Por un lado, países como Rusia, Ucrania y Eslovenia han entrado en el hábito de tomar café; naciones productoras que casi no consumían la bebida lo están haciendo ahora. Por el otro, fenómenos climatológicos como el Niño, asociados al calentamiento global, han ocasionado sequías e inundaciones en países donde el aromático se siembra...