La CNTE en sus primeros 36 años de vida

La Jornada, 22 de diciembre de 2015

Este 17 y 18 de diciembre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) cumplió 36 años de vida. Fue fundada no en la ciudad de México, sino en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. No nació como organización de activistas o de corrientes sindicales, sino como verdadera coordinación emergente de maestros de base en lucha de varios estados.

Los contingentes que le dieron vida provenían de Chiapas, Tabasco, La Laguna y Guerrero. Más adelante se agregaron masivamente trabajadores de la educación de Oaxaca, Morelos, Hidalgo y Michoacán.

A lo largo de estos 36 años, la CNTE ha tratado o visto pasar a siete presidentes de la República, 16 secretarios de Gobernación y 11 secretarios de Educación Pública, además de innumerables gobernadores. Algunos intentaron acabar con la coordinadora, otros quisieron ningunearla pero, al final de cuentas, casi todos tuvieron que sentarse a negociar con ella.

Desde su fundación, la coordinadora buscó democratizar el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Sin dar cuartel, se ha enfrentado con dos caciques: el profesor y licenciado Carlos Jonguitud Barrios, que estuvo al frente del organismo 15 años, y la maestra Elba Esther Gordillo, quien lo controló durante casi 24. Ambos pretendieron aniquilar a la disidencia magisterial por todos los medios posibles, incluyendo la violencia física. Les llamaban enanos celosos de la estatura de Jonguitud y lindezas por el estilo. Fracasaron.

Una parte muy importante de los líderes que dieron nacimiento a la CNTE tenían en 1979 menos de 30 años. La mayoría eran normalistas (muchos rurales), habían estudiado en los cursos de verano de la Normal Superior, y no pocos tenían licenciaturas universitarias. Varios habían desarrollado previamente militancia política de izquierda.

La CNTE nació y echó raíces en estados con importante población rural, y, en muchos casos, indígena. Los maestros que le dieron vida desarrollaron su práctica docente en regiones asoladas por la pobreza, la marginación y la discriminación étnica. Buen número de ellos provenía de esa realidad. Con mucha frecuencia se convirtieron en los intelectuales orgánicos de las comunidades.

Se entabló así una abigarrada y estrecha relación entre trabajadores de la educación, padres de familia humildes y regiones enteras del país, que, con altas y bajas, se ha mantenido hasta nuestros días. En varias entidades esos maestros han encabezado la lucha por proporcionara los estudiantes provenientes de familias de menores ingresos desayunos calientes, uniformes y útiles escolares, al tiempo que gestionan la mejoría y el equipamiento de sus escuelas...