La Jornada, 19 de mayo de 2015
Desde hace 22 meses Nestora Salgado García habita en el infierno. Encerrada en el penal de máxima seguridad Cefereso 4 Noroeste de Tepic, Nayarit, ocupa una pequeña celda destinada a los delincuentes de alta peligrosidad que ella combatió. Pasa 23 horas en su celda al día sin casi ver la luz del día y prácticamente incomunicada. Dispone de apenas cinco o 10 minutos para hablar por teléfono a veces.
Nestora necesita medicinas, tratamiento médico y ejercicio diario. En 2004 vio de cerca la muerte en un accidente de automóvil. Estuvo tres meses paralizada. Como secuela de ese percance, padece una neuropatía cervical aguda y mueve las manos con dificultad. Precisa atención médica adecuada y fármacos, pero no los recibe. Y, en los raros casos en que la visitan doctores, no quieren tocarla. Requiere de alimentación adecuada, pero la comida que le dan, con frecuencia echada a perder, es una porquería. Durante los primeros seis meses de su encarcelamiento sólo le permitieron beber agua de la llave.
La cárcel de Tepic es el penal del destierro, le escribió a Nestora su compañero Marco Antonio Suástegui Muñoz, vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop), quien durante 10 meses vivió la pesadilla de estar encerrado allí mismo. Nos deja quemando cinta, le dijo en la misiva.
La condición de la señora Salgado García se ha agravado sensiblemente a raíz de la huelga de hambre que comenzó el pasado 5 de mayo para protestar por su injusto encarcelamiento. Desde esa fecha no prueba bocado. A sus hijas les dijo, según contó Paula Mónaco en este diario: Si es necesario morir, pues así será, porque estoy muerta en vida. Según su esposo, José Luis Ávila, a su mujer se le agotó la paciencia.
Es tan delicada su situación, que el congresista de Estados Unidos Adam Smith y la senadora Patty Murray consideran inaceptable que Nestora siga en prisión en un entorno que no garantiza ni su vida ni su integridad. Recriminaron que la salud de la detenida sigue deteriorándose sin que medie alguna acción del gobierno mexicano.
No obstante el peligro que corre, a las autoridades mexicanas no parece importarles lo que suceda a la luchadora social. Han hecho caso omiso del fallo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el que se demanda al gobierno federal que le ofrezca la atención médica necesaria. Apenas el pasado sábado, Roberto Campa, subsecretario de Gobernación, aseguró que el estado de salud de la presa era bueno.
A Nestora Salgado la encerraron porque, como aseguró Marco Antonio Suástegui, estaba haciendo justicia y brindando seguridad a su pueblo, cosa que el gobierno actualmente no nos puede brindar. Ella fue elegida en asamblea comandanta de la Policía Ciudadana (PC) de Olinalá. En los 10 meses que estuvo al frente de esta institución, la tasa de criminalidad disminuyó 90 por ciento y no se produjo homicidio alguno...