La cuarta transformación

La Jornada, 26 de junio de 2018

En distintos momentos de la campaña electoral, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha dicho que se propone encabezar la cuarta transformación en la historia de México. No es una propuesta más en la disputa por el voto, sino uno de los ejes centrales de su proyecto. Se trata, ni más ni menos, de refundar el Estado mexicano.

Al comenzar 2018, en Izamal, Yucatán, todavía como precandidato a la Presidencia, anunció: Nuestra lucha tiene como antecedentes a las tres grandes transformaciones que ha registrado la historia de nuestro país: la Independencia, la Reforma y la Revolución convocada en 1910. Ahora de manera pacífica buscamos, entre todos y desde abajo, llevar a cabo la cuarta transformación de la vida pública de México.

No es una propuesta elaborada al calor de la campaña. AMLO sabe de lo que habla. Ha estudiado, investigado y escrito sobre historia de México. Su visión de la política está anclada en una reflexión genuina y original sobre lo sucedido en el país.

Sin embargo, a pesar de ello, el candidato no ha precisado ni detallado su iniciativa de cuarta transformación. La ha ido desgranando a lo largo de la campaña en mitines y debates, enunciando en lo general algunos de sus rasgos. Se trata –ha dicho– de un cambio profundo, pacífico y radical, que arrancará de raíz el régimen corrupto, de injusticia y privilegios; de una metamorfosis del cuerpo político en el que la soberanía volverá a radicar en el pueblo.

Como ha explicado Enrique Semo, las revoluciones de Independencia, Reforma y Revolución tuvieron objetivos precisos asociados a la conformación del capitalismo y la nación. Pero ahora, a diferencia de ellas, no se ha explicado cuál es el punto de llegada de esta cuarta transformación, ni sus fuerzas motrices y dirigentes, ni su programa.

Las revoluciones de Independencia, Reforma y Revolución parieron nuevas constituciones. López Obrador ha rechazado convocar a una nueva constituyente. Más aún, ha anunciado que no promoverá cambios en la Carta Magna durante los tres primeros años de su gobierno.

¿Cómo se puede refundar una nación y formalizar jurídicamente un nuevo pacto social sin una nueva Constitución? ¿Luchando contra la corrupción? Por supuesto que es muy importante moralizar la vida pública del país. Pero, aunque la lucha contra la corrupción sea condición necesaria para inaugurar una nueva etapa en la vida pública del país, no es suficiente para hacerlo.

Inspirado en la Cartilla moral, de Alfonso Reyes, AMLO propuso instaurar una constitución moral para México, una especie de código de bien. Lo hizo ante el PES, un partido cuasi-confesional de derecha que es su aliado electoral. En ella –dijo– deben incluirse principios y derechos de nuestro tiempo, conseguidos o por conseguir, como la no discriminación, la diversidad, el respeto a la diversidad, la pluralidad, el derecho a la libre manifestación de las ideas. Estos fundamentos deben tomarse en cuenta para poder hacer realidad una república amorosa...