La jornada, 25 de mayo de 2004
La tercera es la vencida. Primero fue Monterrey y luego Cancún. En Guadalajara el gobierno mexicano espera reponerse de los descalabros sufridos. Después de dos estrepitosos fracasos de su diplomacia en reuniones internacionales organizadas en territorio nacional, en Los Pinos se han prendido veladoras para que la tercera Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea resulte exitosa.
En marzo de 2002 se pensó que la conferencia sobre Financiamiento para el Desarrollo Sustentable de Monterrey sería la gran presentación del presidente Vicente Fox en el concierto de las naciones. En lugar de ello, el mandatario mexicano apareció ante la comunidad internacional como un político bisoño, mentiroso y torpe, subordinado a los intereses de Estados Unidos, incapaz de tratar con Fidel Castro.
En septiembre de 2003, los adalides nacionales del libre comercio quisieron hacer de la quinta Reunión Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) la ceremonia de consagración de nuestro país en las grandes ligas internacionales. Allí se deberían resolver dos asuntos claves para el futuro del comercio mundial: la agricultura y los llamados temas de Singapur (políticas de competencia, liberalización del comercio, transparencia de compras gubernamentales y asuntos de inversión). Al comenzar el evento, el secretario mexicano Ernesto Derbez declaró que las negociaciones iban viento en popa. Tres días más tarde, en medio de fuertes protestas, con un manejo lamentable de las negociaciones, el ministro no tuvo más remedio que reconocer que las diferencias de opinión eran irreconciliables. Cancún había descarrilado.
Para la administración de Fox, el encuentro que se realizará en la capital tapatía el viernes y sábado próximos es la oportunidad para tratar de reparar sus derrotas previas. No será fácil. De entrada porque los recientes bombazos en Morelos son una mala señal sobre la estabilidad del país. Además, se llegará a esta reunión después de un profundo diferendo con Cuba, que no fue provocado por el gobierno de la isla.
La diplomacia mexicana no se encuentra en su mejor momento. El prestigio internacional que el jefe del Ejecutivo tuvo al inicio de su gobierno se ha agotado dramáticamente. En sus giras al exterior, Vicente Fox hizo de la privatización de los sectores petrolero y eléctrico el centro de su oferta de relación con otras naciones. No le interesó no tener la aprobación del Congreso para ello. Al no poder cumplir sus promesas, se desvaneció la confianza que el exterior puso en él...