La Jornada, 17 de abril de 2007
Madrid, España. No fue el primer síntoma, pero sí la señal de que algo grave estaba sucediendo. En 2004 y 2005 la derecha española declaró un boicot al cava y otros productos catalanes. Primero fue una respuesta -dijeron sus organizadores-a las declaraciones de Josep Lluís Carod-Rovira, dirigente de Ezquerra Republicana de Cataluyna en contra de la candidatura de Madrid como sede de los Juegos Olímpicos de 2012. Después para manifestar su descontento con el Estatuto que debería dar más facultades autonómicas a Cataluña.
Desde entonces han ido echando un pulso tras otro. Con cualquier pretexto han tomado las calles. Cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó la ley de matrimonio entre homosexuales, el Partido Popular (PP) acusó al Gobierno de propiciar leyes y reformas no avaladas socialmente y presentó un recurso de inconstitucionalidad. Sin dudarlo, los militantes de ese partido se sumaron a las manifestaciones en contra de la legislación que, según ellos, destruye a la familia, y se sumaron los obispos que se remangaron las sotanas para manifestarse.
Ya encarrerados, se siguieron de frente con el asunto vasco, uno de los temas con el que más ha lucrado políticamente. La declaración de tregua permanente de ETA alborotó el gallinero falangista. El PP fue el único instituto político que rechazó en las Cortes la posibilidad de abrir una vía pacífica al conflicto en Euskadi.
La reciente decisión del gobierno español de otorgar al integrante de ETA, Iñaki De Juana Chaos, el cambio en su condición penitenciaria, pasando a prisión atenuada (casa por cárcel) por el año y medio de prisión que le falta cumplir por un delito de opinión, fue el pretexto para crispar más aún el clima político. El que Arnaldo Otegi, portavoz de la ilegalizada formación Batasuna, activamente comprometido en la búsqueda de la paz, no haya sido detenido elevó aún más la temperatura. Y, en el colmo del absurdo, la derecha convocó en Pamplona una manifestación para protestar en contra de la hipotética entrega de Navarra al nacionalismo vasco radical.
Ya entrada en gastos, la ofensiva en marcha ha abierto todo tipo de frentes de lucha: desde la objeción a la enseñanza de una materia de civismo en la escuela, en la que se habla de la existencia de familias heterodoxas, hasta el boicot informativo al grupo Prisa...