La guerra como poder constituyente

La jornada, 12 de febrero de 2002

El presupuesto militar de Estados Unidos para 2003 será de casi 380 mil millones de dólares, 48 mil millones más que este año, y cerca de 40 por ciento del gasto bélico mundial. El aumento más grande en 20 años.

El monto es diez veces superior a la inversión en armamento efectuada por Rusia y China, y más del doble de lo que invertirá por el mismo concepto el conjunto de los países que forman la Unión Europea. En los próximos cinco años se incrementará en 120 billones de dólares.

Durante 1999 los gastos militares de Estados Unidos y los países miembros de la OTAN representaron 64 por ciento de los desembolsos bélicos mundiales. Inglaterra, Francia y Estados Unidos exportaron 80 por ciento de las armas planetarias. Washington fue, de acuerdo con datos del SIPRI -uno de los más importantes centros de investigación sobre la industria bélica-, el más grande distribuidor mundial de armamento pesado a otros países, al realizar 47 por ciento de las transferencias.

El incremento en el presupuesto militar estadunidense no es un hecho nuevo ni sólo puede atribuirse al 11 de septiembre, aunque a partir de ese momento la tendencia se haya acelerado. En los últimos cuatro años no ha dejado de crecer y en 1999 el entonces presidente Clinton lo aumentó significativamente. Ese país tiene bases militares en, al menos, 30 naciones más. Tampoco obedece a la necesidad de responder a agresiones militares por parte de enemigos hipotéticos o reales, o a una maniobra distractora para que la administración Bush se quite de encima a la opinión pública ante el escándalo Enron, sino a lo que un panel de expertos -entre los que se encontraba Condoleeza Rice, actual consejera de seguridad-, realizado antes de las elecciones presidenciales, describió como "la manutención de la estabilidad y de la viabilidad de los grandes sistemas globales que son las redes comerciales, financieras, de transporte y energía, el medio ambiente".

La carrera armamentista estadunidense ha ido acompañada del establecimiento de nuevos objetivos militares y de la fijación unilateral de nuevas reglas del juego en las relaciones internacionales. Después de la caída del régimen talibán, las fuerzas armadas estadunidenses comenzaron a operar activamente en Filipinas para combatir a una pequeña guerrilla islámica. La administración Bush ha señalado como su próximo objetivo militar a Irak, Irán y Corea del Norte, integrantes de un "eje de maldad" que amenaza al mundo.

El mismo presidente de Estados Unidos ha sido absolutamente claro en su disposición de escalar aún más sus acciones militares. "La historia nos ha dado la oportunidad de defender la libertad y combatir la tiranía, y es exactamente lo que vamos a hacer. No bajaremos la guardia hasta terminar. Algunos se relajarán, otros se cansarán, pero no será mi caso, ni el del gobierno de Estados Unidos, ni el de mi país", aseguró George Bush...