La hoguera de Ayotzinapa

La Jornada, 03 de febrero de 2015

Ángel de la Cruz tiene 19 años de edad y cursa el cuarto semestre en la Normal Rural de Ayotzinapa. Es uno de los sobrevivientes del ataque del pasado 26 de septiembre en la calle Juan N. Álvarez de Iguala. Conservó la vida porque, cuando comenzaron a acribillar a los jóvenes, corrió a protegerse entre los camiones y llamó por teléfono a su padre.

Su compañero Aldo Gutiérrez Solano, quien estaba a su lado, no corrió con la misma suerte. Una bala le entró por la cabeza y le hizo perder 65 por ciento del cerebro. Tiene infarto cerebral y está en coma. Ángel lo vio caer y pensó que ese proyectil le pudo haber tocado a él. Gritó junto con otros de sus compañeros: ¡somos estudiantes, no estamos armados! Por teléfono, su padre le recomendó: Tírate al suelo para que no te vayan a pegar. Como sea, yo te saco mañana. Al finalizar los disparos pudo esconderse.

El padre de Ángel es maestro. Trabaja frente a grupo en la colonia Renacimiento, de Acapulco, enclave popular construido por Rubén Figueroa para echar a los pobres atrás de los cerros, lejos de los turistas, asolado por la inseguridad, la fetidez del ambiente y la carencia de servicios. Allí estaba cuando recibió la llamada de su hijo. Desesperado, quiso volar a Iguala en ese momento.

A más de cuatro meses del atentado que casi le costó la vida o su libertad, en el que fueron asesinados tres de sus compañeros, uno más tiene muerte cerebral y otros 43 fueron desaparecidos, Ángel de la Cruz lucha por salir adelante. Él también es una víctima. Su padre asegura que su hijo está en ocasiones muerto en vida, con pocos ánimos e ilusiones. Y le duele en el alma, en el corazón, saber que está afectado sicológicamente y que se siente fallecido espiritualmente.

El papá de Ángel se llama Felipe de la Cruz Sandoval. Nació en la comunidad de Monte Alegre, municipio de Malinaltepec, uno de los municipios más pobres del país. Además de Ángel tiene una niña de 14 años y otros dos hijos varones. Es egresado de la normal rural de Ayotzinapa en el ciclo 86-87, la última generación que entró a la escuela sin cursar previamente la preparatoria. Durante la primavera magisterial de 1989 participó en la fundación de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg). Fue escogido por los familiares de los desaparecidos y asesinados como uno de sus voceros.

Felipe de la Cruz tiene facilidad de palabra y compromiso con las causas de su pueblo. Participó en la caminata entre Chilpancingo y la ciudad de México, que el magisterio de su entidad realizó para democratizar el sindicato magisterial. En 2011 fue uno de los dirigentes del paro que los docentes de las colonias marginadas de Acapulco, extorsionados por el crimen organizado, efectuaron para demandar seguridad en sus escuelas...