La Jornada, 08 de octubre de 2013
Los maestros oaxaqueños acordaron un repliegue táctico. Después de 49 días de paro, reanudarán clases el próximo 14 de octubre, regresarán mayoritariamente a su estado y mantendrán a 20 por ciento de sus agremiados en el plantón del Monumento a la Revolución.
La sección 22 ha sido la locomotora que arrastra la insurgencia magisterial en todo el país. Su presencia masiva en la ciudad de México ha sido central en la lucha contra la reforma educativa. La suspensión de labores en Chiapas y Veracruz ha sido fundamental para mostrar el descontento de los mentores con la nueva norma, pero no ha tenido el efecto mediático alcanzado por las protestas en la sede de los poderes federales.
El repliegue de los maestros oaxaqueños no implica, ni mucho menos, el fin de la lucha. Es sólo el remate de una etapa. La disidencia magisterial cuenta con muchas otras locomotoras en el país. Las fuerzas de los docentes oaxaqueños están prácticamente intactas. En su estado se reorganizarán, recuperarán las escuelas que los priístas tomaron, estrecharán relaciones con los padres de familia, prepararán miles de amparos contra la reforma, darán tiempo a que los contingentes descontentos en otras entidades despeguen y se prepararan para una nueva ofensiva, que muy probablemente desemboque en un paro nacional.
La insurgencia magisterial ha alcanzado ya grandes triunfos. Le propinó al gobierno de Enrique Peña Nieto su más grande descalabro social. Ciertamente no ha abrogado la reforma, pero la ha deslegitimado masivamente. Ha quedado claro que no se trata de una reforma educativa, sino laboral y administrativa. Ni siquiera el más recalcitrante de sus defensores se atreve a decir lo contrario. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) tiene hoy presencia en todo el país y ha sido reconocida por la Secretaría de Gobernación como una interlocutora necesaria. En muchos estados, los gobiernos locales se han visto obligados a negociar con ella.
Conforme pasa el tiempo, la insurgencia magisterial se extiende y se vuelve cada vez más compleja. Como pude verse en Guerrero, Oaxaca y ahora en Chiapas, Zacatecas y Veracruz, así como en la experiencia de los paros cívicos, se ha convertido en un movimiento popular, en el que otros sectores de la población se suman a la lucha, no sólo en apoyo a los profesores, sino con sus propias demandas.
Muestra de esta creciente complejidad y de cómo la dinámica preponderantemente gremial de la protesta se ha transformado en una movilización en defensa de la educación pública son las tomas de escuelas por padres de familia que rechazan la reforma educativa en la ciudad de México, Veracruz, Campeche, Zacatecas y Quintana Roo...