La modernidad devastadora

La Jornada, 21 de abril de 2009

La modernización neoliberal en México ha tenido efectos devastadores para la mayoría de la población, el medio ambiente y los recursos naturales. Dos caras de la misma moneda: esa modernidad ha levantado unos cuantos enclaves urbanos de lujo y prosperidad que concentran infraestructura y seguridad pública, rodeados por enormes territorios donde los servicios públicos son escasos o inexistentes. El Estado cuenta cada vez con menos herramientas para regular los excesos del mercado y cumplir sus funciones redistributivas y asistenciales básicas.

Por todo el país se extienden la informalidad laboral y el empleo precario. La emigración y el narcotráfico se han convertido en una de las pocas opciones de sobrevivencia y movilidad social para millones de familias. Cada año emigran a Estados Unidos cerca de medio millón de seres humanos que en conjunto envían a sus parientes alrededor de 22 mil millones de dólares. Unas 500 mil personas se dedican a actividades relacionadas con la producción, venta y tráfico de drogas. Al menos 150 mil de ellas están armadas. Esa actividad deja a la economía nacional alrededor de 25 mil millones de dólares.

El desastre ambiental ha adquirido proporciones mayúsculas. Maquiladoras, desarrollos turísticos, nuevos centros poblacionales y de explotación petrolera degradan la ecología a niveles cada vez más dramáticos. Los mantos freáticos están agotados y contaminados por la urbanización salvaje y la agricultura comercial destinada a la exportación. La calidad del agua de la mayoría de los ríos es deplorable. Simultáneamente florecen campos de golf, unidades habitacionales de lujo, grandes malls, clubes deportivos y parques acuáticos.

Rodeando a las grandes ciudades, crecen como hongos todo tipo de basureros. El apetito de las grandes empresas mineras avanza con voracidad inaudita, prácticamente sin cortapisas, sobre recursos naturales ubicados en áreas naturales protegidas.

La glotonería insaciable de los capitales ha crecido a expensas de los servidores públicos, a quienes se les ha privatizado su sistema de pensiones y jubilación y se les han recortado sus conquistas laborales. El fantasma de la privatización educativa avanza sobre la educación pública, arguyendo la necesidad de mejorar la calidad de los servicios ofrecidos. La industria turística presiona para desamortizar el patrimonio histórico y cultural y levantar nuevas Disneylandias en zonas arqueológicas...