La política del hambre

La Jornada, 15 de febrero de 2011

Los precios de los alimentos en el mundo han alcanzado niveles récord. El hambre crece. También las protestas. Las revueltas en el mundo árabe tienen como una de sus causas el enojo ante el incremento en el costo de los comestibles. Con precios altos e inestables de los cereales por los menos hasta 2015, el descontento se extenderá a otras regiones del planeta.

Más de mil 60 millones de personas pasan hambre en el mundo. Sesenta por ciento son mujeres. Cada día mueren por falta de alimentación suficiente, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, 24 mil personas. En América Latina la falta de comida afecta a 52.4 millones de personas.

Los fallecimientos no se originan en la escasez de comida, sino en la pobreza y la desigualdad. De acuerdo con el Fondo para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cada año se producen alimentos suficientes para dar de comer a 12 mil millones de personas, es decir, el doble delos pobladores que habitan el planeta. Sin embargo, millones de seres humanos no pueden comprarlos o adquirirlos porque no tienen los recursos para hacerlo.

Además de la muerte, la desnutrición crónica también provoca crecimiento deficiente, discapacidades visuales, agotamiento, y propensión a sufrir enfermedades. Las personas con desnutrición grave son incapaces de funcionar siquiera a un nivel básico.

Irónicamente, mil millones de personas en el mundo padecen sobrepeso. En 2015 ese número crecerá 50 por ciento. Cerca de 300 millones son clínicamente obesas. Cada año mueren 2.6 millones de personas por sobrepeso o por obesidad. El mal ha alcanzado proporciones epidémicas a escala mundial. Lejos de disminuir, crece.
Algo debe de estar muy mal en el sistema alimentario mundial cuando la tercera parte de la población sufre graves trastornos nutricionales, sea por escasez de comida o por una deficiente alimentación.

Esa distorsión proviene, en mucho, de la forma en que se producen, distribuyen y consumen los alimentos. La agricultura industrializada y la monopolización de los mercados, el uso intensivo de maquinaria y agua, la utilización de semillas híbridas patentadas en detrimento de las nativas, la aplicación de agroquímicos y la práctica del monocultivo han creado un monstruo. Este monstruo tiene en la producción industrializada de maíz, soya y carne de res tres de sus principales puntales. Si durante muchos años se confrontaron las civilizaciones del trigo, del arroz y del maíz, hoy es abrumadora la expansión de las siembras de maíz y soya, muchas basadas en el uso de semillas genéticamente modificadas...