La ruptura en el Partido del Trabajo

La Jornada, 20 de enero de 2009

Finalmente se consumó la ruptura del Partido del Trabajo (PT). Una parte muy importante de su militancia y de sus dirigentes históricos en Durango abandonaron ese instituto político para incorporarse al Partido de la Revolución Democrática (PRD).

No se fueron solos. El pasado domingo los siguieron destacamentos del estado de México, Zacatecas y Veracruz, así como pequeños núcleos de militantes de entidades como Aguascalientes, Oaxaca, San Luis Potosí y Coahuila.

No es una escisión pequeña. Quienes se van dicen representar 40 por ciento de la membresía. Quienes se quedan aseguran que esa cifra está inflada y que apenas suman 3 por ciento. Pero, más allá de la disputa por el número de disidentes, se trata de una ruptura dolorosa. Sucede a escasos meses de los comicios federales, en el marco de una alianza electoral con Convergencia en la Coalición Salvemos México y de la disolución, para todo fin práctico, del Frente Amplio Progresista (FAP).

El principal vocero de quienes abandonan las filas del PT en Durango es Marcos Cruz. Aunque menos conocido públicamente que José Narro, ha sido, en términos prácticos, el segundo hombre en importancia en el partido. Nacido en Coahuila, estudiante de ingeniería del Politécnico durante el movimiento estudiantil-popular de 1968, integrante de la organización Política Popular desde su fundación, Marcos abandonó la ciudad de México en 1969 para organizar lo que después sería el Comité de Defensa Popular Francisco Villa (CDP) en Durango. Dirigente de la Organización Revolucionaria-Línea De Masas promovió la formación de un instituto político con registro estatal en 1989 y, un año después, del PT.

Para el PT, el estado de Durango es emblemático. Durante años fue su principal bastión electoral de masas. Allí ganó sus dos primeras presidencias municipales (Súchil y Nombre de Dios) y la alcaldía de una capital del estado. En 1992 Gonzalo Yáñez fue edil en Durango; tres años después lo siguió Marcos Cruz, quien además fue diputado y senador.

La ruptura no la provocaron diferencias programáticas, sino pugnas por el poder. Oficialmente los disidentes dicen que se van porque rechazan la alianza chiquita del PT con Convergencia y ven como inminente la pérdida del registro legal. Los argumentos son falaces. Primero, porque quien reventó la posibilidad de una coalición política con el PRD fue Nueva Izquierda. Segundo, porque nunca habían tenido tantas posibilidades como ahora de obtener una votación nacional relativamente copiosa, pues la pugna entre Andrés Manuel López Obrador y los chuchos puede acercarle buen caudal de sufragios...