La Jornada, 23 de agosto de 2011
Un importante sector del movimiento popular mexicano se dispone a botar en las aguas de la política nacional una nueva arca de Noé. El próximo fin de semana efectuará en la ciudad de México el congreso fundacional de una organización política nacional de los trabajadores que buscará sobrevivir al desastre nacional.
El nuevo partido no es un proceso unitario de grupos de izquierda, sino una convergencia de fuerzas populares. Está integrado mayoritariamente por maestros democráticos, trabajadores electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), grupos de campesinos e indígenas, pequeños núcleos de sindicalistas y defensores del medio ambiente, fogueados en años de luchas de resistencia. Además, incluye en sus filas a militantes de organizaciones revolucionarias de corte trostkista, maoista y leninista, que sobrevivieron al naufragio de la izquierda radical mexicana. Sin embargo, su sello distintivo es su composición popular.
La organización nace con una base social numerosa y con presencia en casi todos los estados de la República. La excepción son entidades como Nuevo León, Baja California Sur y la península de Yucatán. En estados como Michoacán, Zacatecas, Nayarit, San Luis Potosí, Durango, Morelos, Guerrero y Oaxaca tiene una influencia considerable. En algunos lugares su militancia está ya agrupada, asentada territorialmente y ramificada. En otros son fuerzas diversas y dispersas. Cuenta con simpatizantes en Estados Unidos.
Entre los grupos de izquierda que se suman al proyecto están el Partido Revolucionario de los Trabajadores, la Liga de Unidad Socialista, la Organización Socialista de los Trabajadores, el Partido Popular Socialista-México, el Partido Revolucionario del Pueblo, el Movimiento de Liberación Nacional, la Red de Izquierda Revolucionaria, activistas que trabajaron con Alejandro Gazcón Mercado y otros más.
El nuevo partido surge de la convocatoria hecha el 30 de octubre de 2010 por Martín Esparza, secretario general del SME, a construir una fuerza política nacional para expulsar de la conducción del país a los responsables del desastre. El llamado, realizado en el Estadio Azteca ante más de 60 mil personas, tuvo eco en una franja de los movimientos populares y de la izquierda diferenciados de los partidos existentes y críticos del liberal-progresismo.
La nueva organización política lucha por la liberación nacional y la emancipación social (el socialismo), lo que implica enfrentarse simultáneamente a la oligarquía y al imperialismo. Pretende ser un proyecto histórico que va más allá de la coyuntura de 2012. Busca convertirse en el instrumento político de organizaciones sociales para la lucha por el gobierno y el poder. Considera que el problema de la nación rebasa el marco estrictamente nacional, y está vinculado con la lucha de liberación de América Latina y de los pueblos del mundo. Hace de la democracia interna y la unidad una cuestión central de su actuación...