La Jornada, 27 de julio de 2010
La celebración del bicentenario de la Independencia y de los 100 años de la Revolución serán una mezcla de espectáculo de medio tiempo de una final de partido de futbol americano y un show de Walt Disney. Por supuesto, representarán, también, un magnífico negocio para algunos. Tan sólo el Fideicomiso del Bicentenario contaba en abril pasado con 2 mil 671 millones 600 mil pesos.
Para organizar las fiestas, el gobierno mexicano contrató, sin licitación alguna, al australiano Ric Birch, director de Spectak Productions y maestro de ceremonias de cinco olimpiadas. Según explicó el encargado del gobierno federal para los festejos, José Manuel Villalpando, las olimpiadas de Barcelona y las de China las organizó él. Estamos ante un artista mundial (experto) en el tema. Villalpando desea mostrar al mundo que somos capaces de crear cosas verdaderamente fantásticas.
Se trata pues de waltdisneylizar la historia contratando a un organizador de ceremonias de oropel. Tal como se quiere hacer con las zonas arqueológicas del país y el patrimonio histórico, quiere convertirse la celebración del pasado en un espectáculo televisivo, en diversión deslumbrante para apantallar al respetable, en circo con pretensiones de inmortalidad en el que se lanza incienso a héroes convertidos en personajes de cómic.
Así, no resulta sorprendente que entre las actividades a realizar durante los festejos se encuentren un partido de exhibición de la National Basketball Association en Chihuahua, o una regata internacional desde Río de Janeiro, Brasil, hasta el puerto de Veracruz, organizada por la Secretaría de Marina. Hay, además, entre otras lindezas por el estilo, un Torneo del Bicentenario, un Balón Bicentenario, un banco (Banamex) que se denomina del Bicentenario.
El espíritu de este proyecto quedó en claro el pasado 10 de febrero, cuando se dio a conocer el programa oficial de las actividades conmemorativas de los festejos, no en el Castillo de Chapultepec o en el Monumento a la Revolución, sino en el Centro Banamex, una sala privada en la que se efectúan indistintamente exposiciones de autos o conferencias académicas.
Más allá de su pretensión de mantener a su partido en el poder a toda costa y hacer negocios, el gobierno panista no tiene un proyecto de futuro y le incomoda un pasado que apela a una tradición revolucionaria. Los movimientos de Independencia y la Revolución Mexicana fueron revoluciones populares contra órdenes conservadores como el que hoy despacha en Los Pinos. Imposible olvidar que cuando Felipe Calderón era presidente del Partido Acción Nacional (PAN) dio el grito en el Ángel de la Independencia exclamando:¡Viva Agustín de Iturbide!...