Malas noticias en la agricultura mexicana

La Jornada, 22 de julio de 2008

Hay malas noticias para el campo mexicano. El Congreso de Estados Unidos recientemente aprobó la Ley de Agricultura, Nutrición y Bioenergía de 2008, conocida como Farm Bill. El 15 de mayo pasado los legisladores de ese país autorizaron un presupuesto de casi 300 mil millones de dólares para programas agrícolas y de ayuda alimentaria hasta el año 2012. Destinarán, en promedio, alrededor de 60 mil millones de dólares anuales a estas actividades.

La desigualdad de los recursos destinados al agro en ambos países es abismal. Y ello es malo para México porque sus relaciones comerciales agrícolas no son de cooperación y complementación comercial, sino de competencia.

Los apoyos que reciben los grandes agricultores y compañías agroindustriales en ese país les permitirán seguir conquistando el mercado mexicano, que antes era abastecido por los productores nacionales, y evitar que los mexicanos sean competitivos en territorio del Tío Sam.

El Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2008 acordado en México es de alrededor de 250 mil millones de dólares. Esto significa que el gasto rural y de apoyo a la nutrición de nuestro vecino del norte será equivalente a poco menos de una cuarta parte de todo el dinero destinado al funcionamiento del Estado mexicano.

A pesar del enorme déficit fiscal que sacude la administración pública estadunidense, y de vivir una época de gran prosperidad gracias a los altos precios de los productos agrícolas, la nueva ley agrícola fue apoyada tanto por el candidato demócrata Barak Obama como por el republicano John McCain.

La Farm Bill 2008 destinará alrededor de 43 mil millones a subsidios agrícolas para el cultivo de arroz, algodón, caña de azúcar, maíz, soya, trigo, entre otros.

Según Chuck Connor, secretario de Agricultura de Estados Unidos, las subvenciones aprobadas en esta legislación “incrementan las distorsiones al comercio en 17 de los 25 productos que abastecemos”.

La ley mantiene los altos subsidios a la fabricación de etanol a partir del maíz, desviando la cuarta parte de su cosecha a este propósito. Entre las consecuencias inmediatas de esta medida está incrementar el precio del grano y el de la carne de pollo y res. Además, presiona a reconvertir los terrenos sembrados con pastos nativos en maizales, lo cual destruirá importantes hábitats que son el hogar de numerosas formas de vida silvestre en peligro de extinción...