Los nuevos latifundistas rurales

La Jornada, 05 de agosto de 2014

Una nueva clase social está a punto de surgir en el campo mexicano. Es la clase de los latifundios energéticos. La nueva legislación no sólo permite el despojo de los predios y territorios de ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios, sino que reconcentra una parte significativa de la tierra en pocas manos: las de las grandes compañías de hidrocarburos y eléctricas.

No habrá límite para las empresas energéticas en la extensión de tierra que adquieran u ocupen temporalmente para extraer petróleo o gas o generar electricidad. Tampoco existirán cortapisas en su acceso al agua. Serán los nuevos latifundistas.

Si en el pasado los señores de la tierra que acaparaban legal e ilegalmente grandes superficies se dedicaban a la ganadería extensiva y a los cultivos de plantación, como el café, el algodón y la caña de azúcar, ahora los nuevos latifundistas extraerán recursos naturales.

Con el aval del Estado, las empresas tendrán a su disposición prácticamente cualquier superficie que apetezcan. A pesar de ser particulares, encarnarán una causa de utilidad pública. Las tierras de las que se apropien no se destinarán a cultivar alimentos, criar ganado o practicar la silvicultura.

La apropiación de la tierra y territorio por estos nuevos latifundistas romperá irremediablemente el tejido asociativo del campo. Con todas las limitaciones que se quiera, los núcleos agrarios han permitido hasta ahora la sobrevivencia de la pequeña producción campesina y sus formas de vida. En ellos se ocupa alrededor de 70 por ciento de la población rural, y se produce cerca de 40 por ciento de los alimentos.

Las promesas de bienestar y empleo para la sociedad rural con las que se envolvieron las manzanas envenenadas de las reformas al 27 constitucional, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y las políticas neoliberales nunca llegaron. Para sobrevivir, los campesinos se refugiaron en la migración, la siembra de estupefacientes y el retorno al campo. Con los nuevos latifundistas merodeando, la convivencia en ejidos y comunidades está herida de muerte.

La nueva relación entre empresas energéticas y campesinos dividirá gravemente a ejidatarios y comuneros con derecho a la tierra y al uso de los áreas comunes, de los avecindados que viven en las poblaciones rurales. Las empresas podrán repartir beneficios a quienes tienen derechos agrarios y dejar fuera a los pobladores que carecen de ellos. Más aún, dentro de un mismo ejido o comunidad podrá tratar con unos cuantos ejidatarios y comuneros y dejar fuera del acuerdo a otros...