La Jornada, 24 de abril de 2018
Guadalupe Vázquez Luna es un huracán con cuerpo de mujer. Menuda, con cara de niña a pesar de sus 30 años, su voz tiene una potencia inconmensurable. No está dispuesta a callar y lo dice. Aunque se disculpa al hablar en español, que es su segunda lengua (la primera es el tzotzil), su castellano es de una corrección impecable.
Lupita tenía apenas 10 años cuando paramilitares asesinaron a sus padres, a cinco hermanos, a su abuela y a su tío. El 22 de diciembre de 1997 rezaban por la paz en la ermita de Acteal cuando los priístas armados y protegidos por la policía llegaron disparando. Masacraron a 45 personas inocentes. A ella todavía le suena el llanto, el quejido de los hombres, de las mujeres, de los bebés y niños que estaban ahí.
Guadalupe salvó la vida de milagro. En plena balacera, con su madre ya muerta, su padre la sacó del escondite donde se guarecía y le gritó que se fuera de allí. Ella corrió entre los cafetales montaña abajo.
Desde entonces, no ha parado de vivir en resistencia, llamar a las cosas por su nombre, y luchar contra el olvido y por la justicia. Caminando se ha dado cuenta de la importancia de perseverar.
A las mujeres calladas –afirma– nadie nos va escuchar. Nadie nos va a leer el pensamiento, dijo en el conversatorio Miradas, escuchas y palabras: ¿prohibido pensar?, que se realiza en el Cideci-UniTierra, en San Cristóbal de las Casas, convocado por el EZLN. Por eso no guarda silencio.
Guadalupe Vázquez Luna es concejala del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) de Chiapas. En su intervención en el conversatorio no dejó títere con cabeza. Con una elocuencia admirable, como moderna aeda, narró cómo vivió la épica jornada por organizar el CIG y registrar en la boleta electoral a María de Jesús Patricio como candidata a la Presidencia. Ahora –dijo–el indígena levantó la mirada. Ya no nos verán como turismo.
¿Prohibido pensar? comenzó el 15 de abril y concluirá este 25. Reunió a más de 50 artistas, dirigentes indígenas, defensores de derechos humanos, cineastas, pensadores y periodistas con la comandancia zapatista, para compartir miradas, escuchas y palabras. Participan viejos compañeros de ruta de los rebeldes, como Gilberto López y Rivas, Alicia Castellanos y Magdalena Gómez, y multitud de nuevas voces, como Daniela Rea, Mardonio Carballo y Emilio Lezama. Juntos hicieron el balance sobre lo que el subcomandante Galeano caracterizó como el efecto Marichuy, tomaron el pulso a la coyuntura y se animaron a descifrar el México y el mundo que sigue a las elecciones de julio.
Decano de estos seminarios, Pablo González Casanova reflexionó sobre el zapatismo como proyecto revolucionario universal y agradeció el haberlo vivido. El EZLN le reviró nombrándolo comandante Pablo Contreras de su Comité Clandestino Revolucionario Indígena y presentándole sus respetos...