La Jornada, 21 de noviembre de 2017
“Yo ya me voy de este mundo y nunca voy a ver un país que esté en paz, en que haya justicia. Es una decepción total”, le dijo, poco antes de morir, el dirigente migrante Rufino Domínguez Santos a su hijo, Tonyndeye, cuando éste le preguntó en una entrevista para Radio Bilingüe que efectuó junto a su hermano Numa Yi, qué pensaba de la política en México (https://goo.gl/FPSzpW).
Lo que está pasando en México está muy mal –respondió el mixteco a su retoño. No tengo ninguna opinión positiva sobre México. Todo ha sido negativo. Desde que yo nací nunca han estado las cosas bien.
Siempre han habido problemas de corrupción, de falta de atención a las comunidades indígenas, de discriminación, de injusticias, de asesinatos de luchadores sociales, y ahora hasta de periodistas. Durante toda mi vida, México ha vivido en crisis económica. Es muy lamentable. No tengo buena opinión sobre los políticos y la política en México.
Contra lo que pudiera suponerse, la opinión de Rufino no es la de un hombre pesimista, sino la de un infatigable luchador social que, a pesar de las enormes dificultades que enfrentó durante 52 años, nunca perdió la esperanza de una vida mejor.
Su punto de vista no es tampoco inusual entre los mexicanos que viven en Estados Unidos. Muchos migrantes mixtecos, triquis, zapotecos, chatinos y chinantecos que hoy viven del otro lado de la frontera, a los que Rufino organizó y representó, comparten la profunda decepción que él tenía con la política y los políticos mexicanos. No encuentran razón para pensar otra cosa.
Rufino Domínguez nació el 23 de abril de 1965 en la comunidad de San Miguel Cuevas, agencia municipal de Santiago Juxtlahuaca, en la Mixteca oaxaqueña. Estudió la secundaria en un internado marista, en el que abrevó del espíritu de la teología de la liberación. Y, como escribió Arturo Cano, completó su formación política como asiduo asistente a las tertulias rojas de Ernestino Sixto Chávez, educador de jóvenes y técnico en reparación de radios y televisores en Juxtlahuaca (Masiosare 368, 9/1/05).
Rufino y la mayoría de sus hermanos migraron a Estados Unidos, donde vivió 26 años. Su padre, Primo Domínguez, fue gran conocedor de la medicina tradicional mixteca y del uso de las plantas medicinales.
A Rufino le dolía la injusticia en lo más hondo de sus entrañas. Pero en lugar de achicopalarse con ese pesar, lo lanzaba a organizar a sus paisanos para enfrentar los atropellos donde se encontrara: en su comunidad, en los campos de cultivo de Sinaloa y Baja California, en Estados Unidos o en su estado natal...