Saldos de la consulta: pros, contras y asegunes

La Jornada, 22 de julio de 2008

No hay razón para balances optimistas. Para todos aquellos que esperaban una votación ciudadana masiva, el resultado de la primera fase de la consulta sobre reforma energética dista de ser bueno. La participación fue modesta. En la ciudad de México, epicentro organizativo del ejercicio, apenas alcanzó 870 mil sufragios, contra los 2 millones 213 mil 969 que el Frente Amplio Progresista tuvo en 2006.

Es cierto que la campaña contra la consulta en los medios de comunicación fue abrumadora. Fuerzas políticas muy importantes, incluido el Partido Acción Nacional, movilizaron importantes recursos para ilegitimar la iniciativa. Difundieron, con éxito, la idea de que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no es de fiar. Pero el descalabro no puede explicarse sólo por estos factores. Después de todo, contó para su realización con muy importantes apoyos institucionales.

El referendo fue un hecho positivo, pero estuvo mal diseñado y parido. Hegemonizado por el gobierno de la ciudad de México y por el PRD, pagó el costo del castigo ciudadano a hechos como la tragedia del News Divine, el cochinero de las elecciones internas de ese partido y sus interminables pleitos. Quienes hicieron propaganda en contra no necesitaron decir mentiras. Les bastó preguntar qué confianza podía haber en la organización de la consulta si el instituto político que la promovía hace fraude en el nombramiento de sus dirigentes.

La consulta fue convocada y organizada desde las alturas del poder. Prescindió, en lo esencial, del impulso ciudadano desde abajo. Para muchas personas fue, apenas, un programa gubernamental más. Apenas y logró movilizar a una parte de los ya convencidos. Su principal reto era modificar el sentido común de la gente de a pie que considera que de nada sirve participar en un ejercicio de este tipo, pues de todas maneras el gobierno federal hace lo que quiere. No sólo no lo logró, sino que ni siquiera se propuso hacerlo.

Para promover el referendo se echó mano del personal que trabaja en las delegaciones de la ciudad de México y en el sol azteca. Recorrieron los barrios y colonias de la ciudad distribuyendo volantes, sin ánimo de hablar y escuchar a los vecinos. Dejaron sus materiales informativos en los parabrisas de los automóviles como si se tratara de anuncios comerciales...